domingo, 30 de septiembre de 2012

Pelea la buena batalla


“Lleva una vida de rectitud, de devoción a Dios, de fe, de amor, de constancia y de humildad de corazón. Pelea la buena batalla de la fe”. (1 Tim 6, 11-12)

Un día, no lejano, tomé conciencia de que soy un guerrero, y hoy recibo la orden: “¡pelea!”

Al final va a resultar que tengo razón, que esa intuición que yo tenía de ser un guerrero y de la vida como batalla en defensa del amor, va a ser cierta. Al final, lo que llevamos en el corazón se cumple.

Pues tendré que recargarme las pilas para estar dispuesta siempre a reemprender mi batalla, a no dejar pasar ninguna ocasión para enviar mis misiles cargados de ingredientes compasivos.

Los guerreros de verdad, cuidan sus armas, hacen ejercicio, se mantienen en forma. Lo mismo yo. Me alimento de todas las energías buenas que pasan por mi persona, que son muchas. Recargo mi corazón de gratitud, con cada respiración. Soy constante en mi decisión de amar. Pongo los medios de formación y aprendizaje que más me convienen. Estoy al servicio de la Vida.

Por eso no me extraña recibir este mensaje de mi jefe superior: “Pelea la buena batalla de la fe”. No me ha pillado desprevenida sino atenta, porque tengo todos mis sentidos puestos en los encargos que pueda recibir y empleo mi vida en ser un buen soldado.

Según la cita de Timoteo, son muchas cosas las que se me piden: rectitud, devoción, amor, constancia y humildad.

Me realizo en mi batalla, que es mi vida, con la ilusión y la esperanza de que la victoria la tengo asegurada, porque no depende de mí, mi fuerza es la misma Fuerza.

Con frecuencia, la batalla no se libra a favor de elementos externos sino que tiene lugar en el centro mismo de mi persona y de mis actividades: se trata de recuperar la confianza en mí misma, de valorar lo que soy, de no dejarme arrastrar por los signos de tormenta que se me presentan. De guardar el equilibrio necesario para sentirme bien: solo desde mi interior equilibrado puedo emprender las batallas, si mi casa está revuelta poco puedo hacer por ayudar a nadie.

Solo cuando tengo el mar en calma, estando ya mi casa sosegada, puedo entrar en el terreno de mi libertad, y ahí es donde libro mis batallas y renuevo mi fe en la Vida.

 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

El beso en los labios


“San Bernardo habló de Jesús como el beso en los labios que da Dios a la humanidad, aclarando que, en el beso en los labios, no se distingue el que lo da y el que lo recibe: no hay dos besos sino uno único que es a la vez totalmente de uno y totalmente del otro”. (José I. González Faus).

No lo entiendo, pero me encanta. A veces, hay frases que me dejan boquiabierta, esta es una de ellas, que no llego a entenderlas, pero la imagen que sugieren es tan espectacular e imposible a la vez, y tan llena de significado, que me atrapa sin remedio.

A través de imágenes similares se puede acceder a toda la teología, y a los temas más enrevesados.

Jesús hablaba en parábolas y ponía ejemplos sencillos sacados de la vida cotidiana, para que todos entendieran.

A la presencia que le habitaba le llamó “Padre”, en aquella época, y actualmente en muchos lugares, las mujeres contaban poco, la figura de referencia tenía que ser masculina.

Nosotros también le podemos llamar “Madre”. Con la persona de Jesús, nuestra Madre divina nos besa en los labios, ¡qué bonito! Pero no hay separación alguna entre quien da el beso y quien lo recibe. Difícil de entender.

Me recuerda lo que decía el maestro Eckhart: “El ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con que Dios me ve. Su ojo y mi ojo son un solo ojo”. “Yo soy uno con el todo. Si Dios no fuera, yo no sería. Si yo no fuera, Dios no sería”.

Por declaraciones como esta quemaban a la gente hace unos cuantos años. El mismo Eckhart sufrió un proceso por sospecha de herejía.  

Recibir ese beso en los labios con la persona de Jesús es semejante a recibir la mayor de las bendiciones, la más gran ayuda. La Madre de todas las aguas hace un pacto con sus pequeñas olas, para que estas tengan un modelo a seguir, un Hermano universal, un Amigo que nos acompañará en todos los amigos, un Guía que es como nosotros y conoce bien nuestras debilidades.

No me quiero quedar fuera de ese tierno beso en los labios, quiero ser consciente de ese acto de ternura hacia la humanidad, en mi persona.

Y a la vez transmitirlo a los otros seres humanos con los  que comparto historia, inquietudes y esperanza.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Mejor vivir que hablar


Mejor es vivir la Armonía que hablar de la Armonía. Porque si hablas, te puedes sentir fuera, si la vives estás dentro, no te diferencias de ella. Lo mejor es cuando se vive Dios, no cuando se habla de Dios.

Cuando hablamos de ello podemos discutir, presionar, incluso pelearnos. Porque queremos convencer.

Imagino si un día alguien me dice: “he visto un fantasma”, yo seguiría hablando educadamente con esa persona, pero por dentro pensaría que está loca.

Lo mismo sucede con aquellos a los que no se les ha dado esa revelación que lleva a la fe auténtica, nos ven como locos que vemos fantasmas. Tienen toda la razón. Por eso es imposible dialogar en este terreno, sí que es muy fácil discutir, porque los demás se ponen nerviosos ante nuestros argumentos.

Pero, en cambio, cuando “yo-con revelación” vivo la Armonía, y “otro-sin revelación” vive la Armonía, ahí nos encontramos porque estamos exactamente en el mismo lugar.

No soy teóloga ni erudita, lo que digo es porque lo siento, y también porque en mí existe una inquietud y leo mucho en torno a estos temas.

Alguien dentro de mí me ha dicho, sin palabras: “aquí estoy y te amo”. ¡Parece de locos! Es imposible comunicar esto y pretender estar cuerdo, porque yo no he escuchado ninguna voz dentro que me diga nada. Es como si se hubiese depositado un mensaje en el centro de mi ser que me dice: “siente y disfruta de tu paz, siéntete querida, comunícame a los demás”.

Pero todo esto son palabras, basadas en hechos que no se pueden demostrar, “es como si” no tiene ningún sentido, solo es poner un ejemplo para poder comunicarlo.

Creo que todo el mundo entiende lo que es la paz y lo que es la armonía, en este terreno sí podemos entendernos. Y se trata de que entre nosotros haya unión, no división.

El charlatán quiere convencer, y no lo hace. El santo vive, y convence. “La gente tal vez dude de lo que digas pero creerá en lo que hagas”.

Resumiendo: menos hablar y más vivir la armonía. Con nuestra vida sí convenceremos, nos demos cuenta o no. Nuestro espacio de paz se mezclará con otros y así se agrandará la paz del universo.

Y para eso no hace falta hablar de Dios, tan solo vivir.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Aceptarlo todo


“La confianza en Dios puede llegar a ser inamovible solo si se está dispuesto a aceptar todo lo que venga de la mano del Padre. Solo él sabe lo que nos conviene. Y si alguna vez fuesen más convenientes la necesidad y la privación que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y la humillación mejor que el honor y la fama, hay que estar también dispuesto a ello. Solo así se puede vivir tranquilo.” (Edith Stein).

Aceptarlo todo, tal como viene, y con ello construir mi propia vida, el entramado de mis relaciones vitales. Quien solo acepta lo bueno, no vive plenamente.

Amar al Amor que es el que ha creado mis circunstancias y me mantiene en él. No podemos en cada cambio de la suerte cambiar nuestra creencia. “Cuando todo me va bien, sí, pero si no…”

Hay muchísimas veces en la vida que nos va mal, porque hay enfermedades, accidentes, injusticias, disgustos, tristezas… y nos sentimos realmente mal. Y es entonces la ocasión en la que decimos: “¿Dónde está Dios? ¡Me ha abandonado! ¡No existe!”

Porque según nuestro corto saber, tan solo existe cuando nos va bien. Y así, lo eliminamos de un plumazo todas las veces que no estamos satisfechos. Enjuiciamos desde una medida humana y con ella queremos entender todo. Imposible. Hay que desprenderse del entendimiento, de la lógica, de lo que creemos nosotros que debería ser.

Estamos inmersos en tal inmensidad de relaciones y cambios, que intentamos protegernos, defendernos, hacer patrones a nuestra medida: “Dios es así y debería hacer esto”. Si no lo hace, no existe. Absurdo.

¿Acaso puede el hacha aconsejar al que la maneja? ¿Puede la vasija de barro rectificar la mano del alfarero? Algo así dice la Biblia.

No intentemos manejar nosotros. Es más relajante, dejarse arrastrar por las olas o los vaivenes de la vida, que aunque a veces nos empujan sin miramientos, sabemos que después viene la calma. Siempre viene la calma.

La Realidad que late en todo lo existente, no deja de latir nunca. Con actitud confiada, aguantemos los chaparrones que nos vienen, esperemos el amanecer de un nuevo día, y alabemos la llegada de los buenos momentos, que no nos pillen enfadados o protestando, porque entonces no los veremos llegar.

Aceptar nuestra vida tal como se va desarrollando es la puerta para el equilibrio personal.

Dice León Felipe: “que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por todo una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero.”

 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Seamos respetuosos


Yo no puedo hacer nada para aumentar la fe del mundo, no está en mi mano. Sí puedo hacer para cuidar y alentar la mía.

Vivo en una sociedad en la que no está de moda ser creyente, más bien es un motivo de burla y de incomprensión. En la sociedad de la tolerancia no se tolera a los que pregonamos que estamos en las manos divinas y que no hay que preocuparse de nada, que todo está controlado. Esta simple declaración de fe es motivo de grandes risotadas.

Los que vivimos en esta sociedad ya estamos acostumbrados a esta situación, no nos extraña, lo que nos produce extrañeza es saber que hay países en los que no sucede esto sino todo lo contrario: en los que desde cualquier medio de comunicación se puede hacer una exaltación de la propia fe, una defensa de Dios, sin provocar reacciones de ataque en los receptores de esa información.

Yo a veces comento en grupo que en el resto del mundo no sucede así: continentes enteros están inmersos en una firme creencia en Dios, y en unos rituales y gestos de alabanza cotidianos, y desde situaciones de marginación económica y de injusticia social nos dan lecciones magistrales de espiritualidad y trascendencia. Porque tienen la decisión de alabar a Dios aun en medio de sus desgracias.

Nuestra sociedad ha madurado respecto a la dignidad y los derechos humanos, la ecología y el medio ambiente, pero hay una evidente falta de respeto hacia los sentimientos espirituales y religiosos de la gente.

Digo esto no como un acto de protesta sino de aclaración, por si alguien aún no tiene las cosas claras y piensa que lo de aquí es la norma para todo el mundo.

Seamos abiertos y respetuosos con todas las creencias y las increencias de la gente. No cerremos el corazón a los auténticos tesoros de la tierra, que son los seres humanos.

El Viento que todo lo mueve, sopla donde y como quiere, y nos ayuda a todos, al margen de si creemos o no. Aceptemos y amemos a todos, igual que nosotros anhelamos ser aceptados y amados.

El respeto es una actitud básica para la convivencia. Se vive más feliz cuando se vive confiando y siendo respetuoso con todos los seres humanos.

 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Nada nos pertenece


Cuanto menos nos preocupemos por nosotros mismos más encaminados vamos. Porque suele ser un obstáculo esa auto-contemplación excesiva. Para ello es de gran ayuda el sentido del humor: reírnos de nosotros, no tomarnos en serio, eso nos ayuda a quitarnos tensiones de encima, de lo que andamos siempre necesitados.

Nada nos pertenece: la vida es prestada, también el cuerpo: los pies, las manos, el corazón. Se nos encarga el trabajo que tenemos y todas las actividades en las que participamos.

Nuestros proyectos tampoco son nuestros. Alguien actúa a través de nosotros.

Coloquémonos en el plano secundario que nos corresponde y contemplemos a la vida realizarse a sí misma, al margen de nuestros éxitos o fracasos, de nuestro super-ego-inflado.

Todo lo que poseemos es en depósito, como un préstamo. Visto así, cambian las cosas.

No hay que preocuparse de que acertemos o no en lo que vamos haciendo, porque tenemos un Espíritu cuidador que nos mira continuamente, sabe lo que necesitamos, sabe de nuestra ignorancia, lo tiene todo previsto para nuestra formación. Creerse esto es el camino más directo para acceder a la dicha que nos está destinada.

Por eso consideremos con total respeto la más mínima parcela de nuestra vida: lo más escondido y rutinario está alumbrado por la misma luz que los actos extraordinarios.

Es grande el misterio de la creación. Es un milagro la vida, una maravilla nuestro cuerpo. 

Vamos a proponernos disfrutar de todo: desde la suave brisa que acaricia nuestra piel hasta el hondo abrazo que nos dan los seres queridos, desde el aire que llena nuestros pulmones hasta ese proyecto de trabajo que nos ilusiona. Así conseguiremos estar conectados con el presente, que es nuestro lugar de existencia único. Leemos en Hebreos 3: “Animaos unos a otros cada día mientras dura vuestro hoy” La vida se desarrolla en un “hoy” y “ahora”.

Sobre todo borremos los malos augurios, que solo nos sirven para sufrir innecesariamente. Eliminemos los ¿Qué pasará cuando…? ¿Y cuando no pueda…? ¿Y si me falta…?

Hasta en los peores momentos podemos encontrar detalles de ternura de la vida que van dirigidos hacia nuestra persona.

Si a estas alturas aún no hemos aprendido a confiar, es el momento de hacerlo porque como dicen los textos bíblicos: nuestros proyectos y planes pueden fracasar, jamás su plan de amor sobre nosotros.

Conviene que nos unamos a él/ella. Que no vayamos “de chulitos”, de “sabelotodos”. Que inclinemos la cabeza y digamos: AMÉN.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Ni premios ni castigos


Ya no necesitamos los premios y los castigos para movernos en el Océano de la vida, ya se acabó eso de hacer buenas obras para conseguir un cielo, o abandonar las malas acciones para evitar un infierno.

Porque no estamos aquí con el propósito de conseguir nada. El premio ya lo hemos obtenido tan solo con nacer y vivir.

Es importante eliminar ese dios que nos tiene que premiar o castigar, y que está esperando la más mínima falta para ponernos en la cola de los pecadores.

La creación, los humanos incluidos, ya ha sido aprobada por el Creador, la ha visto bien. Y ahora confía en nosotros para que, cada uno en su parcela, la acabemos de completar, pero no para premiarnos, sino para que disfrutemos siendo, además de hijos amados, co-creadores.

Nuestra relación con el Padre/Madre divino/a nunca tiene que ser angustiosa o llena de temor. Ni siquiera tiene necesidad de estar ligada a una religión o unas costumbres. Si tu creencia te sirve para ser consciente y experimentar la presencia divina, adelante. Pero si no te sirve para eso, pues busca otra cosa. Busca un paisaje, una música, un amigo… que te llenen el corazón y con los que recuperes la dicha de Ser.

Fíjate una meta, la de la alegría, y ponte unos deberes a ti mismo, para conseguirla. Elige las actividades que sean adecuadas, los proyectos que te vayan bien, no otros. Diseña tu presente con las actitudes que tú quieres para ti mismo. No te angusties si no sabes cómo empezar: copia. Todo está hecho y vivido ya por otros. Nada hay original.

Cuántas veces los más sencillos, los que pasan por nuestro lado sin hacer ruido, son un modelo para nosotros.

A mí se me van los ojos detrás de los que tienen mucha fe. Les noto una fuerza especial, una alegría en la mirada, son poseedores del secreto: confiar. Y son luchadores entusiastas, saben que la victoria la tienen asegurada.

Hoy mismo me he encontrado con una persona conocida que me ha dado lecciones de bondad: en un ambiente desfavorable trata continuamente de poner paz, con lo que me he reafirmado en que los grandes santos caminan a nuestro lado.

El arte de calmarse a uno mismo buscando la armonía personal es una habilidad vital necesaria. Que cada día demos los pasos necesarios hacia esa armonía.

 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

En busca de plenitud


“El mundo no es un todo redondo y clausurado sino que es dinamismo, está lleno de disposición o tendencia hacia algo, de capacidades a la espera de su realización, de desarreglos que piden equilibrio, de frustraciones que tienden a curarse, de deficiencias en busca de plenitud, de hambres que ansían saciarse. Es el TODAVÍA-NO como marca indeleble de una realidad que, siendo algo, no es todo lo que podría ser”. (Andrés Torres Queiruga).

Efectivamente, nuestra realidad se puede definir como “todavía-no”, eso lo sabe todo aquel que es consciente de su existencia.

A nivel cotidiano lo experimentamos en todas “las hambres” que nos constituyen: desde las materiales a las afectivas, desde las sociales a las espirituales o trascendentes.

La lucidez la da el saberse en ebullición, en cambio permanente, nuestro terreno no es algo estático y ya conquistado sino algo por lo que cada día nos ponemos en marcha, para conseguirlo.

La emoción irresistible es saberse en proceso, con todas las posibilidades de realización siempre en el horizonte.

No nos hace falta mirar la dificultad de las relaciones humanas ni la debilidad ajena, con la nuestra tenemos una buena muestra. Ninguna debilidad del mundo nos es extraña o desconocida.

Alguien podría decir: “pero yo no asesinaría, ni maltrataría…” Si a ti te hubieran maltratado o violentado quizá actuarías del mismo modo que los que lo hacen.

Cada uno tiene la opción de saciar sus hambres de un modo u otro, ahí entra la libertad de la persona, y también de desmarcarse de comportamientos que no le convienen.

El mundo no está terminado, clausurado. Podemos hacerlo como queramos, a nuestro gusto, con detalles personales. Cada piedra del camino, cada brizna de hierba hace su aportación única a la creación. Cuánto más nosotros, que se nos ha dado la opción de tener un corazón enamorado y unas ganas que nos hacen avanzar, aun en medio del desierto del egoísmo, la frustración y el sufrimiento, hacia nuestra plenitud.

“Cuando se puede sufrir y amar se puede mucho, se tiene un gran poder, se tiene el mayor poder posible en este mundo”. (Padre de Foucauld).

domingo, 2 de septiembre de 2012

Revestíos de amor


Quiero para mí la sabiduría de las almas grandes, junto a la humildad infinita de saber que todo lo recibo como lluvia. No me conformo con menos, porque pretendo disfrutar, devolver y presumir.

Disfrutar y sacar el máximo jugo de mis neuronas, mis conexiones y mis poderes personales. Devolver a través de todos mis poros hasta la última chispa de la luz recibida. Presumir ante las galaxias, de mis encantos y de mi gozo eterno.

Y para ello prometo mirar el lado bueno de la vida en todas las circunstancias, y mantenerme firme en mi esperanza.

No se puede pretender más en menos espacio.

Sería una verdadera lástima desperdiciarme a mí misma, perderme en la oscuridad de los días grises y no ver las estrellas íntimas que me guían en mis caminos.

La luz siempre me llega de mi Vida que es mi Madre universal. Y, como dice Alice Sommer de 108 años, el secreto es el optimismo, siempre mirar lo positivo.

Nunca juzgar, atacar, criticar.

Siempre acoger, perdonar, amar.

“Vivid revestidos de verdadera compasión, verdad, humildad, mansedumbre y paciencia unos con otros. Sobre todo revestíos de amor que es el perfecto lazo de unión.” (Col. 3).

Es la receta que funciona: compasión, paciencia, amor. Es la fórmula que no falla, lo que no estropea la creación sino todo lo contrario. Es lo que une, como un pegamento universal que hace que todo encaje y se armonice entre sí.

Porque de lo que separa y violenta ya tenemos bastante ración todos los días, a través de los medios de comunicación y también de nuestro medio ambiente cercano. Pero es más lo que une, aunque no sea noticia ni portada en la prensa. Hace unos años leí una noticia que me impactó, estaba en un recuadro pequeño de un periódico: un niño israelí había muerto a causa de un ataque palestino. Los padres del niño donaron sus órganos a condición de que el receptor fuera un niño palestino. ¿Se puede tener gesto más grande de amor? El amor es la unión, nunca la ruptura.

Quiero que mi existencia sea una gota más de ese pegamento que todo lo ensambla. Gota entre otras gotas para cumplir mi destino de amor.

Somos paz

  La paz es un don que para salir a la luz depende de nuestra respuesta afirmativa, necesita nuestro “sí” y nuestro cuidado. Es algo que ya ...