miércoles, 26 de septiembre de 2012

El beso en los labios


“San Bernardo habló de Jesús como el beso en los labios que da Dios a la humanidad, aclarando que, en el beso en los labios, no se distingue el que lo da y el que lo recibe: no hay dos besos sino uno único que es a la vez totalmente de uno y totalmente del otro”. (José I. González Faus).

No lo entiendo, pero me encanta. A veces, hay frases que me dejan boquiabierta, esta es una de ellas, que no llego a entenderlas, pero la imagen que sugieren es tan espectacular e imposible a la vez, y tan llena de significado, que me atrapa sin remedio.

A través de imágenes similares se puede acceder a toda la teología, y a los temas más enrevesados.

Jesús hablaba en parábolas y ponía ejemplos sencillos sacados de la vida cotidiana, para que todos entendieran.

A la presencia que le habitaba le llamó “Padre”, en aquella época, y actualmente en muchos lugares, las mujeres contaban poco, la figura de referencia tenía que ser masculina.

Nosotros también le podemos llamar “Madre”. Con la persona de Jesús, nuestra Madre divina nos besa en los labios, ¡qué bonito! Pero no hay separación alguna entre quien da el beso y quien lo recibe. Difícil de entender.

Me recuerda lo que decía el maestro Eckhart: “El ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con que Dios me ve. Su ojo y mi ojo son un solo ojo”. “Yo soy uno con el todo. Si Dios no fuera, yo no sería. Si yo no fuera, Dios no sería”.

Por declaraciones como esta quemaban a la gente hace unos cuantos años. El mismo Eckhart sufrió un proceso por sospecha de herejía.  

Recibir ese beso en los labios con la persona de Jesús es semejante a recibir la mayor de las bendiciones, la más gran ayuda. La Madre de todas las aguas hace un pacto con sus pequeñas olas, para que estas tengan un modelo a seguir, un Hermano universal, un Amigo que nos acompañará en todos los amigos, un Guía que es como nosotros y conoce bien nuestras debilidades.

No me quiero quedar fuera de ese tierno beso en los labios, quiero ser consciente de ese acto de ternura hacia la humanidad, en mi persona.

Y a la vez transmitirlo a los otros seres humanos con los  que comparto historia, inquietudes y esperanza.

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