Cuanto menos nos preocupemos por nosotros
mismos más encaminados vamos. Porque suele ser un obstáculo esa
auto-contemplación excesiva. Para ello es de gran ayuda el sentido del humor:
reírnos de nosotros, no tomarnos en serio, eso nos ayuda a quitarnos tensiones
de encima, de lo que andamos siempre necesitados.
Nada nos pertenece: la vida es prestada,
también el cuerpo: los pies, las manos, el corazón. Se nos encarga el trabajo
que tenemos y todas las actividades en las que participamos.
Nuestros proyectos tampoco son nuestros.
Alguien actúa a través de nosotros.
Coloquémonos en el plano secundario que nos
corresponde y contemplemos a la vida realizarse a sí misma, al margen de
nuestros éxitos o fracasos, de nuestro super-ego-inflado.
Todo lo que poseemos es en depósito, como
un préstamo. Visto así, cambian las cosas.
No hay que preocuparse de que acertemos o
no en lo que vamos haciendo, porque tenemos un Espíritu cuidador que nos mira
continuamente, sabe lo que necesitamos, sabe de nuestra ignorancia, lo tiene
todo previsto para nuestra formación. Creerse esto es el camino más directo
para acceder a la dicha que nos está destinada.
Por eso consideremos con total respeto la
más mínima parcela de nuestra vida: lo más escondido y rutinario está alumbrado
por la misma luz que los actos extraordinarios.
Es grande el misterio de la creación. Es un
milagro la vida, una maravilla nuestro cuerpo.
Vamos a proponernos disfrutar de todo: desde
la suave brisa que acaricia nuestra piel hasta el hondo abrazo que nos dan los
seres queridos, desde el aire que llena nuestros pulmones hasta ese proyecto de
trabajo que nos ilusiona. Así conseguiremos estar conectados con el presente,
que es nuestro lugar de existencia único. Leemos en Hebreos 3: “Animaos unos a otros cada día mientras
dura vuestro hoy” La vida se desarrolla en un “hoy” y “ahora”.
Sobre todo borremos los malos augurios, que
solo nos sirven para sufrir innecesariamente. Eliminemos los ¿Qué pasará cuando…? ¿Y cuando no pueda…? ¿Y
si me falta…?
Hasta en los peores momentos podemos
encontrar detalles de ternura de la vida que van dirigidos hacia nuestra
persona.
Si a estas alturas aún no hemos aprendido a
confiar, es el momento de hacerlo porque como dicen los textos bíblicos:
nuestros proyectos y planes pueden fracasar, jamás su plan de amor sobre
nosotros.
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