miércoles, 5 de septiembre de 2012

En busca de plenitud


“El mundo no es un todo redondo y clausurado sino que es dinamismo, está lleno de disposición o tendencia hacia algo, de capacidades a la espera de su realización, de desarreglos que piden equilibrio, de frustraciones que tienden a curarse, de deficiencias en busca de plenitud, de hambres que ansían saciarse. Es el TODAVÍA-NO como marca indeleble de una realidad que, siendo algo, no es todo lo que podría ser”. (Andrés Torres Queiruga).

Efectivamente, nuestra realidad se puede definir como “todavía-no”, eso lo sabe todo aquel que es consciente de su existencia.

A nivel cotidiano lo experimentamos en todas “las hambres” que nos constituyen: desde las materiales a las afectivas, desde las sociales a las espirituales o trascendentes.

La lucidez la da el saberse en ebullición, en cambio permanente, nuestro terreno no es algo estático y ya conquistado sino algo por lo que cada día nos ponemos en marcha, para conseguirlo.

La emoción irresistible es saberse en proceso, con todas las posibilidades de realización siempre en el horizonte.

No nos hace falta mirar la dificultad de las relaciones humanas ni la debilidad ajena, con la nuestra tenemos una buena muestra. Ninguna debilidad del mundo nos es extraña o desconocida.

Alguien podría decir: “pero yo no asesinaría, ni maltrataría…” Si a ti te hubieran maltratado o violentado quizá actuarías del mismo modo que los que lo hacen.

Cada uno tiene la opción de saciar sus hambres de un modo u otro, ahí entra la libertad de la persona, y también de desmarcarse de comportamientos que no le convienen.

El mundo no está terminado, clausurado. Podemos hacerlo como queramos, a nuestro gusto, con detalles personales. Cada piedra del camino, cada brizna de hierba hace su aportación única a la creación. Cuánto más nosotros, que se nos ha dado la opción de tener un corazón enamorado y unas ganas que nos hacen avanzar, aun en medio del desierto del egoísmo, la frustración y el sufrimiento, hacia nuestra plenitud.

“Cuando se puede sufrir y amar se puede mucho, se tiene un gran poder, se tiene el mayor poder posible en este mundo”. (Padre de Foucauld).

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