“Así como el agua que mana de una fuente llena las
vasijas de acuerdo con la forma y capacidad de cada una de ellas, así también
las enseñanzas espirituales no proporcionan sino la parte que cada cual es
capaz de recibir conforme al grado de evolución”. (Bhagavad Gita).
Nuestra
existencia es esa vasija que es llenada según su capacidad. Hay una fuente que
mana, que corre dichosa a través de todo cuanto existe,
alcanza a todo, ¿nos sentimos llenos de esa agua, de esa dicha duradera? El
recipiente que nosotros preparemos en nuestro corazón será el que determine que
seamos capaces de apreciar más o menos, de saborear esas increíbles y benditas
aguas. Podemos hacer nuestra vasija tan grande y receptiva como queramos, darle
variedad de formas, porque somos muy poderosos, somos creadores.
Ante
una misma situación se puede reaccionar de maneras diferentes. Hay quien “entra
al trapo” de todos los problemas, y pierde en ellos su energía y su alegría.
Otros “pasan” de meterse en líos, porque cuidan su estabilidad emocional, y se
rodean de serenidad, conscientes de que cuando falta esta, pierden también la
sabiduría básica para vivir.
Sí,
hay que huir de las preocupaciones, las que nos matan la confianza, porque si
esta la perdemos, vamos como naves sin rumbo y sin guía.
Para
ir al terreno práctico podemos decir que para cuidar lo espiritual tenemos que
cuidar lo que tenemos entre manos, sea fregar, cocinar, cuidar el jardín,
desempeñar nuestro trabajo o relacionarnos con los amigos. Ahí se nos pide que
estemos al máximo. Hacer la faena que tenemos delante, esa es nuestra tarea
espiritual, ese es el sentido profundo de nuestro día a día. Haz tu tarea.
Aquello
en lo que nos centremos, llenará nuestra vida. “Pensad en los dioses, a fin de
que los dioses piensen en vosotros”.
Y en
esa búsqueda de nuestra identidad, caminemos confiadamente y no tengamos miedo
de dar pasos en falso, no los hay.
Como
dice el mismo texto del principio: “recibirás nuevas lecciones a medida que
estés dispuesto a recibir mayores enseñanzas, porque cuando el discípulo está
preparado, no tarda en aparecer el Maestro”.
Mi
corazón anhelante está preparado para recibir las enseñanzas de ese Maestro
universal y único, que al principio de los tiempos fijó los días de mi
existencia y me hizo un hueco en él.
1 comentario:
Él respeta nuestros tiempos, nos ofrece siempre todo, y somos nosotros quienes vamos cogiendo. Nos ofrece siempre el agua pero nosotros solo bebemos cuando estamos sedientos, y eso estábien, pq de otro modo no entenderiamos el agua.
Te quiero mamá.
Publicar un comentario