miércoles, 31 de julio de 2013

Camino personal y solitario



Sal 142: “Por la mañana hazme saber tu amor. Hazme saber cuál debe ser mi conducta, porque a ti dirijo mis anhelos. Enséñame a hacer tu voluntad”.
No sé si existe en el mundo una persona con un recipiente similar al mío, no veo nunca a los demás por dentro. A veces sí me da curiosidad, ¿sentirán los otros lo mismo que yo? ¿Alguien más estará a estas horas de la madrugada buscando el sentido de su vida?
Y cuando me encuentro con alguien que habla el mismo idioma espiritual, lenguaje del alma, que yo, pues me da alegría de no estar sola en estos terrenos en los que me muevo.
El camino íntimo de cada uno es personal, y también solitario, se trata de vivir una relación de amistad entre mi yo y el Yo. Esto es solo una manera de expresarlo. Por eso, porque no estamos seguros,  buscamos el apoyo de otras personas que pasen por lo mismo, nos gusta sentirnos en compañía en todos los ámbitos.
Cada uno de un modo más o menos consciente busca donde agarrarse, quiere ampararse en seguridades.
Pero nadie puede vivir por otro y cada uno vive su propia muerte.
Este terreno espiritual es el de la mayor inseguridad y a la vez la mayor fortaleza. Dice un texto antiguo algo así como: “Si ves que es Dios, es que no lo es”. Es decir, deja todas las seguridades, todas las certezas, todos los anclajes, y lánzate al abismo del no saber. Ese sitio donde solo estás tú con el misterio de tu vida y te sientes amado.
Donde nadie te dice a ciencia cierta: esto es así. Donde manda tu corazón enamorado. Y tus ganas de adorar, bendecir, y dejarte guiar por la voluntad que se manifiesta en lo todo lo que va sucediendo.
Tenemos muchas cosas por experimentar, no menos importantes que el brotar de la pequeña hierba o la brisa en nuestra piel, que el grito de angustia o el gesto de paz, o el océano de lágrimas en el que a veces nos sumergimos.
Tenemos mucho por sentir y también tenemos muchas palabras por callar, mucho torrente de frases inútiles. Y todo, lo que nos sirve y lo que no, es nuestro y es importante. Todo nos forma como lo que somos. Y tal como somos, hemos sido aceptados.
Es importante todo lo que nos sucede, incluso lo más insignificante porque en todo hay un misterio de amor, porque “ni un cabello se mueve sin su consentimiento”

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