miércoles, 24 de julio de 2013

Me da por pensar


Me da por pensar que este mismo aire que yo respiro lo han respirado gente tan extraordinaria como Jesús de Nazaret, Santa Teresa, San Francisco, Gandhi, Buda, San Agustín, Maestro Eckhart, Tagore y tantos más. Me da por pensar que la misma brisa que acarició su piel, acaricia la mía, y que las nubes se entretenían en hacer las mismas formas caprichosas que hacen para mí. Los días despejados o los de tormenta eran exactamente iguales a los míos. Y su corazón ardía de amor y de esperanza como el mío.

Me gusta que ellos y yo hayamos pisado la misma tierra, hayamos sido acompañados por la misma naturaleza, el mismo sol, los mismos ciclos lunares, la misma fuente que mana, y hayamos compartido los mismos anhelos humanos y divinos y el mismo milagro de la existencia.

Pensar todo esto me llena de alegría.

Hay personas extraordinarias en el mundo, no solo las que acabo de nombrar, la mayoría son personas anónimas, tan solo conocidas por los más cercanos. Que nos enseñan a ver el sentido profundo del vivir. Yo hago colección de esas personas. Con esto quiero decir que tengo mi radar bien dispuesto para captar la energía buena que circula por este planeta, y me llenan de emoción todos los gestos de ternura que me hacen ver la grandeza de haber nacido.

El mismo cielo que me acompaña a mí, acompañó a todas esas grandes personas y a tantos seres desconocidos que trabajan para mejorar nuestro mundo. Las mismas, o parecidas dificultades, rodean a todo ser humano que nace.

Soy afortunada por haber nacido aquí y formar parte de la familia humana.

Todos somos constructores, creadores de paz, y a la vez todos tenemos nuestras imperfecciones, esos grandes santos también. Que se les haya puesto el “san” delante no quiere decir que hayan sido perfectos, si así fuera no serían humanos. Lo que marca la diferencia es que ellos han puesto sus ojos en esa Presencia Amada, le han dedicado su atención y servicio y, sobre todo, se han dejado querer y han comunicado amor con su palabra y con su vida.

Me da por pensar que soy una de ellos. Porque me siento cargada de defectos, y a la vez amada y privilegiada. Porque soy una milagrosa manifestación del Único Santo, y participo de su misma naturaleza. Porque se me ha dado un corazón para cantar y unas entrañas de paz.

Porque mi Padre y yo somos uno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi también me da por pensar que es el mismo cielo el que nos cobija y eso me hace feliz.

Te quiero mamá.

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