Ocurrió una vez...
que se perdieron todas las sonrisas.
La gente seria las buscó por los caminos,
en los rincones y entre la hierba,
pero no encontró ni huella de ellas.
Se reunió la muchedumbre
para elaborar un plan mundial de urgencia,
los mejores detectives recorrieron todo el planeta.
Y al fin, volvieron a sus faenas y a sus casas serias,
y elevaron muros llenos de tristeza.
La alegría se había marchado de la tierra.
Los colores, los paisajes y las flores
decidieron actuar por su cuenta,
convocaron a su amigo el sol,
que era su más querida estrella,
y éste llegó cargado de buenas nuevas,
pintó de suave brillo toda la naturaleza
y quitó el polvo que ocultaba la belleza,
después se dedicó a calentar los corazones humanos
para que pudieran abandonar su rígida corteza.
Y en el momento que la llama interior ardía,
aparecieron las sonrisas, titubeantes y tímidas,
buscando cada una la cara que le pertenecía.
Explicaron que se habían marchado una mañana,
desapacible y fría,
en que decidieron dar una lección
a los seres egocéntricos, que un día
abandonaron su corazón tierno y humano,
y lo cambiaron por enfado y apatía.
La vuelta a casa de las sonrisas
provocó una explosión de la alegría,
un aluvión de sentimientos,
una avalancha de ternura,
un resurgir de los abrazos y los besos,
una invasión de los mejores deseos.
Y para que no se vuelva a repetir
la desaparición de todas las sonrisas,
muchos hombres y mujeres han pactado
con el mágico sol que les habita,
y se paran a esperar, emocionados,
a los rayos de luz que les envían.
1 comentario:
Así es : "La paz comienza con una sonrisa". Besos, hormiguita.
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