miércoles, 25 de enero de 2012

Ovejas con pastor


“Viendo a la gente, sentía compasión, porque estaban angustiados y desvalidos como ovejas que no tienen pastor.” (Mt 9, 36)

¿Cómo son las ovejas sin pastor? Corren de un lado para otro, sin saber si encontrarán su alimento, si tendrán refugio para dormir, o para guarecerse de la tormenta. En su caminar inseguro y precipitado no llegan a echar raíces en ningún lugar, y son presa fácil de cualquier alimaña, es decir, de las adversidades.

Las ovejas con pastor se saben dirigidas, arropadas y cuidadas. Aunque caminen por cañadas oscuras no tienen miedo porque van con confianza. Su pastor las lleva con mano firme y amorosa, y ellas confían en él.

Se suele notar que una persona se sabe guiada por su Pastor, fundamentalmente en la alegría y tranquilidad con que aborda todos los asuntos. Porque esos asuntos no le pertenecen, son del Pastor, que es el que da a esa persona lo que le conviene en cada momento.

Afrontemos nuestros problemas porque no nos han tocado al azar, están puestos en nuestro camino para que nos realicemos como personas buenas y confiadas, sumisas a su Pastor.

“Hasta los cabellos de la cabeza los tenemos contados uno por uno” (Mt 10. 30) ¡Qué manera tan gráfica y sencilla de decirlo! ¿De qué nos tenemos que preocupar? Nuestro Pastor nos da las dificultades que podemos ir superando, no otras, porque sabe que nos hace falta ir pasando pruebas, sabe que de este modo nos enriquecemos y desarrollamos más lo único que importa: nuestra conexión con él, es decir, la confianza.

Si confiamos, aún en medio de las mayores tormentas, no sentiremos angustia porque hay alguien que nos regala un refugio seguro. Ni rodeados de lobos hambrientos nos desesperaremos, porque la sabiduría de nuestro Pastor es infinita y nos mira con enamoramiento apasionado. Y con ese amor estamos blindados, nada nos puede pasar, nadie nos puede hacer daño.

Y lo mejor que nos puede suceder es que tomemos las características de aquel que nos guía, y que seamos nosotros también refugio para los demás, lugar donde se sientan amados y seguros.

No seamos para ellos lobos hambrientos o depredadores que intentan aniquilar la expresión única de su persona.

No rechazar a nadie, acoger siempre, cuidar y amar, igual que nuestro Pastor hace con nosotros.

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