domingo, 29 de enero de 2012

En defensa de la paz


Ocurrió una vez...

que se perdieron todas las sonrisas.

La gente seria las buscó por los caminos,

en los rincones y entre la hierba,

pero no encontró ni huella de ellas.


Se reunió la muchedumbre

para elaborar un plan mundial de urgencia,

los mejores detectives recorrieron todo el planeta.

Y al fin, volvieron a sus faenas y a sus casas serias,

y elevaron muros llenos de tristeza.

La alegría se había marchado de la tierra.


Los colores, los paisajes y las flores

decidieron actuar por su cuenta,

convocaron a su amigo el sol,

que era su más querida estrella,

y éste llegó cargado de buenas nuevas,

pintó de suave brillo toda la naturaleza

y quitó el polvo que ocultaba la belleza,

después se dedicó a calentar los corazones humanos

para que pudieran abandonar su rígida corteza.


Y en el momento que la llama interior ardía,

aparecieron las sonrisas, titubeantes y tímidas,

buscando cada una la cara que le pertenecía.


Explicaron que se habían marchado una mañana,

desapacible y fría,

en que decidieron dar una lección

a los seres egocéntricos, que un día

abandonaron su corazón tierno y humano,

y lo cambiaron por enfado y apatía.


La vuelta a casa de las sonrisas

provocó una explosión de la alegría,

un aluvión de sentimientos,

una avalancha de ternura,

un resurgir de los abrazos y los besos,

una invasión de los mejores deseos.


Y para que no se vuelva a repetir

la desaparición de todas las sonrisas,

muchos hombres y mujeres han pactado

con el mágico sol que les habita,

y se paran a esperar, emocionados,

a los rayos de luz que les envían.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así es : "La paz comienza con una sonrisa". Besos, hormiguita.

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