domingo, 26 de febrero de 2023

Nuestro templo


 No hay que esperar a tener un tiempo libre para reflexionar y orar, sino que podemos llevar nuestro templo allá donde estemos. Como altar portátil o tienda del encuentro multiusos, adaptable a todos los espacios y circunstancias, donde poder entrar con una sencilla palabra, con un simple deseo.

Ese altar personal es un lugar de paz que transportamos y nos da sentido. Hay que cuidarlo, mantenerlo limpio y dedicarle atención y ternura. Siempre podemos entrar para expresar gratitud, y para renovar fuerzas. En él podemos, con nuestras sencillas palabras, hacer una declaración de amor a la vida, y al misterio que nos trae aquí, que lo mismo es. Ahí se escucha, una y otra vez, una voz sin palabras que nos está diciendo: “Quiérete”

En ese lugar sagrado podemos entrar en cualquier momento de nuestra jornada, en la calle, en el trabajo. Sin duda, es un espacio que está a nuestro servicio. Lo que estás buscando te busca y te facilita las cosas. Lo que miras, te mira con amor. Es una relación de dos en uno, imposible de entender y explicar, cuanto más entramos en ella, mejor nos sienta y más queremos entrar.

Necesitamos nuestra mejor energía para estar en la vida de otra manera, con un nuevo talante y visión enamorada. Esa energía la tenemos a nuestra disposición, nos pertenece, no hay que salir a buscarla, es y está siempre. Focalicemos nuestra atención en ella mediante la contemplación. 

Saboreemos la experiencia de profundo amor y tomemos la decisión de estar a la escucha y cuidarnos para poder también dar cuidados, escuchar y amar sin medida.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saboreemos la experiencia de profundo amor que nos cuida y trasmitamosla para mejor cuidar y amar.

Mónica Inés Pretel dijo...

Es tan cierto, nuestro templo interior está a nuestro servicio, en el recobramos fuerzas para estar y pararnos en la vida y ante la vida de otro modo, para recibir y sentir el amor que nos permite amar y darnos. Gracia Conchi.

Mariano Jorge Barresi dijo...

En ese lugar sagrado podemos entrar en cualquier momento de nuestra jornada, en la calle, en el trabajo. Sin duda, es un espacio que está a nuestro servicio. Lo que estás buscando te busca y te facilita las cosas. Lo que miras, te mira con amor. Es una relación de dos en uno, imposible de entender y explicar, cuanto más entramos en ella, mejor nos sienta y más queremos entrar.

Necesitamos nuestra mejor energía para estar en la vida de otra manera, con un nuevo talante y visión enamorada. Esa energía la tenemos a nuestra disposición, nos pertenece, no hay que salir a buscarla, es y está siempre. Focalicemos nuestra atención en ella mediante la contemplación.


La humildad necesaria para contemplar y no juzgar, sino aceptar el desafío a seguir aprendiendo de cada enseñanza con la óptica de la humildad.

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