Derretir el corazón

 

“Es hora de derretir el corazón” (Martini). Es hora de abandonar la rigidez, la dureza de carácter, la expresión autoritaria, el desprecio y el enfado.

Es la hora de ser humanos, amables, inocentes, también ingenuos, por qué no, de hacer la vista gorda, de no entrar al trapo de conflictos, de hacernos los sordos y los tontos si hace falta. De no responder mal por mal, sino sonrisa a toda hora, de repartir calma, de derrochar bondad. Esa bondad está en nuestra esencia y nunca podrá ser vencida, porque es nuestra auténtica realidad. “La bondad es la única inversión que nunca quiebra”. (Thoreau)

Es hora de compartir lo que está sembrado en nosotros, porque en todos está ese fondo de paz, aunque a veces esté tan escondido que parece que no existe. También de sacar a la luz nuestros tesoros, la belleza que somos, el ser que nos habita. En cada uno de nosotros está lo más grande: la vida.

Todo esto es lo prioritario y necesario que tenemos que hacer cada día. Caminar con este único objetivo, sabiendo que no siempre resulta fácil, que hay situaciones complicadas, y que demasiadas veces somos nosotros mismos quienes las complicamos.

Por eso, “retiremonos al monte a orar”, entremos en nosotros a reflexionar, sanar, quitar obstáculos, y restaurar ese equilibrio necesario para vivir centrados y así cambiar nuestra manera de estar en el mundo, para poder amar y ser compasivos hasta derretirse el corazón.

Que cada nuevo día nos levantemos con la única meta de procurar que nuestro actuar sea honesto, amable y bondadoso con las personas, con el mundo.