domingo, 26 de enero de 2020

Aprender a escuchar


Me gusta saberme heredera de una tradición, de una genealogía, de una naturaleza milenaria. Saber que tengo miles de años, que son los que han hecho falta para que yo esté aquí y ahora, consciente de este momento.

Me da confianza la idea de un Maestro interior que me guía y actúa en mí, toma la iniciativa y siempre busca mi bien y me va descubriendo tesoros escondidos que están esperando que yo los disfrute.

Eso me da una gran tranquilidad porque yo soy humana, es decir, ignorante y frágil. Pero mi Maestro es Luz. Una Luz que forma parte de mí, de tal modo que nunca me puedo separar de ella. No somos dos.

Mi Maestro me espera en mi Silencio interior. Me gusta adentrarme en ese terreno sagrado, que es mi gran desconocido.

Me viene muy bien practicar la escucha, con la meta de aprender a escuchar lo que no tiene voz:

-      el cariño de las miradas.

-      la alegría de existir.

-      la fuerza de todos los que aman.

-      el agradecimiento del corazón.

-      la emoción de tantos encuentros.

-      el poder del perdón.

-      la armonía y la unión.

-      la sabiduría de la naturaleza, que es mi propia sabiduría, porque yo soy naturaleza.

Cada vez estoy más convencida de que sobran palabras, de que es muy sano callarse y dejar expresar al corazón del modo más auténtico: con gestos de bondad y ternura. Por eso es tan importante aprender a escuchar lo que no se oye.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Sabía actitud, sabía.

juanolas dijo...

Gracias Conchi¡

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