domingo, 2 de junio de 2019

Responder


El ser humano tiene la capacidad de responder a la gracia divina que le entra por todos los poros, también de crear con el Creador, y de amar con el único y maravilloso Amor.

Desde nuestra misma fragilidad se nos da un lugar de responsabilidad crucial, se nos concede ser creativos, a la vez que enamorados. Todo esto mezclado con la sencillez de las faenas cotidianas y sin dejar nuestros horarios.

Cómo responder a algo tan grande. Pues, sencillamente, diciendo: “Aquí estoy, vive en mí, actúa a través de mí, toma mis manos, mis pies, mi corazón.” Nuestra respuesta es básicamente el “sí, quiero” de los esposos, “en la salud y en la enfermedad, en lo malo y en lo bueno”.

Es un matrimonio por amor, en el que yo digo SÍ. Y a partir de ese consentimiento, acepto y me fío. No todo será de color de rosa, pero ante las pruebas que irán llegando, no perderé mi confianza ni mi fidelidad, porque sé que mi enamorado también me es fiel y me ama.

De esta manera, se vive de otro modo. No hundiéndonos con cada problema, no con ataques de ansiedad. Sino con ilusión y con gozo interior. Sabiendo que todo es para bien, y todo acabará bien, no puede ser de otra manera.

Hay que quitar el lastre de pesimismo y negatividad. Para que la luz que nos alumbra no quede oculta. Esa luz que llevamos siempre encendida, nacemos con ella y gracias a ella. “No se enciende una luz para ponerla debajo de la cama”, eso dice la Biblia.

Hay que abandonar el victimismo y las quejas. Para dejar de alimentar nuestro ego y, por fin, estrenar la preciosa libertad.

Lo más grande ya lo llevamos dentro, pongámonos a su servicio para poder responderle: “Sí, quiero”.

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