domingo, 26 de mayo de 2019

Los frutos


Nos dice Jesús en el Evangelio que nos amemos y que demos mucho fruto.

A lo mejor, dar fruto tiene que ver con ser alimento para los demás, darles ese tesoro que se nos ha regalado generosa y gratuitamente, y que puede salir en forma de sonrisas, aceptación, alegría, paz, agradecimiento, amabilidad.

Volver la mirada hacia el interior siempre es enriquecedor y liberador, porque nuestra naturaleza más profunda está sembrada de perlas preciosas, solo hay que dejarles la puerta abierta para que salgan a la luz.

Los frutos están destinados a salir, y tienen su propia fuerza para abrir caminos, “la tierra produce por sí misma”. Nos creemos que todo en esta vida depende de nosotras. Pero no. Lo que si podemos ser es observadoras o espectadoras agradecidas del milagro de existir, de la generosidad de la creación que busca realizar su destino.

A veces, los tesoros duermen en nuestro interior y necesitan detonantes o motivaciones para despertar.

Yo, que soy escritora tardía, no sabía que me iba a apasionar con este tema. Pero encontré las personas adecuadas, en los momentos adecuados, que me dijeron las palabras oportunas para yo escribir y… posteriormente publicar, algo para mí totalmente impensable, que no entraba en mis proyectos.

Tengo dentro una fuente en ebullición llena de palabras y de pausas, ahora lo sé, y lo disfruto. Puedo decir que he sido conducida para sacar ese don que yo ignoraba.

Todas tenemos frutos para “dar de comer” a las demás, si nos ponemos en actitud receptiva y de escucha, la misma vida nos ayuda a descubrirlos.

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