Qué quiere decir Jesús cuando dice
que hay que nacer de nuevo.
Dos nacimientos tenemos: a la vida
y a la consciencia gozosa de vivir en el amor de Dios. Este último simbolizado
por el agua y el Espíritu: “nacer del
agua”, “el viento sopla donde quiere”.
Para ninguno de los dos nacimientos
hace falta nuestro esfuerzo, ese viento
divino nos los regala, gratuita y amorosamente. Solo necesitamos abrir los
ojos, y ver.
Nacer de nuevo es lo más importante
que nos puede pasar en esta orilla de la vida, porque lo vemos todo con una
nueva luz, es un verdadero alumbramiento, que supone una conexión con Aquello
que nos alumbra. Es entrar en el camino de la plenitud por la puerta grande, en
el que todo lo que nos sucede se alía para ayudarnos.
Cuando yo abro los ojos me doy
cuenta que todo lo que me ha sucedido me ha llevado a este momento. Y que donde
estoy hay belleza, batallas por la paz, ternura, también revolución interior y
big bang de emociones. No se puede habitar el paraíso sin un estallido de agradecimiento
y alegría.
Muchas veces no sabemos definir eso
que llevamos dentro, ese cosquilleo interior, esa sonrisa tonta, esa emoción en
los encuentros, esa ilusión. Es tan grande lo que nos habita, que somos
incapaces de ponerle un nombre. Parece que tenemos un fallo en el lenguaje,
está incapacitado para ciertos asuntos.
En un determinado momento, hay que
dejar la cabeza, el lenguaje, los razonamientos y pasarnos al área del corazón
o de las entrañas, de la intuición, el impulso y el asombro, donde no hacen
falta las palabras. Solo ser. Solo gozar de estar aquí.
Ya en el siglo XIII, el poeta persa
Rumí decía: “Vende tu inteligencia y
compra perplejidad”. Nacer de nuevo significa vivir en ese estado de
perplejidad. Es un nuevo estilo de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario