domingo, 14 de abril de 2019

En las raíces


Todos pretendemos hacer algo grande y precioso con nuestra vida. No creo que nadie se libre de este anhelo. Y cuando vemos que las cosas no salen como quisiéramos, que nos vence la indiferencia, o que nos desviamos de nuestro propósito, nos desanimamos.

Empezamos a equivocarnos cuando pensamos que para conseguir algo grande, tenemos que hacer grandes cosas. Es justo lo contrario, en lo más pequeño e inmediato está pasando la vida. Lo otro son fantasías y pensamientos, no realidades.

Quizá hemos puesto todo el acento en nuestro propio esfuerzo y valía, y no nos hemos dado cuenta que esa preciada meta, ese paraíso tan deseado ya lo llevamos dentro. Dice Rilke: “Dios espera en donde están las raíces.” No nos vayamos por las ramas, está en nuestra base, es nuestra misma esencia, la que nos empuja a buscarlo, más y más. Es en ese lugar donde está el bastón de mando de nuestras vidas. El camino: vivir en lo esencial y lo sencillo.

Como los grandes descubridores iban conquistando y descubriendo, así nosotros tenemos la tarea de explorar en nosotros mismos: buscar lo que perdura, aliarnos con ese eje que nos unifica con todo y que es a la vez refugio seguro y escudo protector. Anclar nuestra fragilidad en la certeza de esa protección. “Estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida…” dice el punto 112 de Gaudete et Exsultate.

Apasionarnos con esta aventura que tenemos entre manos, alegrarnos por estar aquí. Bendecir el aire que respiramos. Mimar nuestra divina raíz. De esta manera, iremos por el mejor camino para hacer algo grande y precioso con nuestras vidas.

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