Cada momento, un paso en nuestro
caminar. Cada paso, necesario.
Me gustaría poder ayudar a todos
aquellos que no se sienten bien, que no ven la luz. Ser bálsamo en tantos
corazones heridos.
Me gustaría tender mi mano y dar
abrazos reales, curativos y amorosos. Y ganar adeptos para el bando de los
agradecidos, los que todo lo ignoramos, pero por dentro estamos inundados de
gratitud.
Empezaría por preparar la fiesta
del encuentro entre hermanos. Ayudaría a tirar los problemas por la borda,
están todos relacionados con nuestra psicología o nuestras creencias. Por
tanto, deshagámonos, si hace falta, de las creencias y los condicionamientos
psíquicos.
Quedémonos con un pequeño espacio
de paz, es suficiente. Un minúsculo altar en nosotros mismos donde celebremos
el regalo de la vida como se merece.
Sirve rastrear las buenas noticias
que llegan a nuestra orilla, y dedicarnos a extenderlas. No difundir las malas,
no nos dejan crecer. También ayuda mucho el sentido del humor, reírse de uno mismo.
Sobre todo, es imprescindible poner
a Dios como centro de nuestras vidas. Estos 3 pasos básicos para practicar la
presencia de Dios me han llegado:
1- Recuerda que Dios está siempre presente y disponible
para prodigarnos amor. Dios tiene un tesoro infinito que asignar a cada uno.
Estemos dispuestos a recibirlo.
2- Conversa con Dios tan continuamente e íntimamente
como te sea posible, más que todo en alabanza y agradecimiento por su amor.
3- Entrega tus errores a Dios tan pronto como tomas
conciencia de ellos, luego haz intención de mejorar.
Qué bien cuando sentimos que vamos
todos a una, en el mismo barco, empujados por el viento del Buen Espíritu,
bendecidos, amados.
2 comentarios:
Muy bonito comentario. Gracias
Gracias Conchi¡
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