domingo, 6 de enero de 2019

Piedras necesarias


Hay unas piedras necesarias en la construcción de nuestro propio edificio, de nuestra vida.

Es imprescindible la bondad. En nuestra red intrincada de relaciones, si metemos cizaña, todo va al fracaso total, porque ya nada será auténtico, todo estará deformado por nuestra mente incordiante.

Ser comprensivos y compasivos lo necesitamos, para unirnos a todo lo que existe en actitud de servicio, con delicadeza, no avasallando ni imponiendo. Dejando nuestra razón a un lado para sembrar la armonía que todo lo ensambla.

La vía del buen humor hace que todo sea más llevadero, incluso divertido. Decía Tomás Moro: “Dichoso el que sabe reírse de sí mismo, siempre encontrará motivos para estar contento.”

Nuestros pensamientos, la mente, nos llevan a donde quieren, nos esclavizan, nos mandan. Somos insignificantes y frágiles, pero fácilmente nos ponemos exigentes y pedimos explicaciones sobre el porqué o el paraqué de todo lo que nos sucede. De risa. Escuchemos a los grandes santos que nos enseñan la más profunda y confiada aceptación de cualquier cosa que la vida pone en nuestro camino.

Otra piedra es el asombro. Es increíble el universo, la Tierra, la naturaleza, el cuerpo humano. Es absolutamente asombroso el amor, la ternura, la entrega, el gozo de darse gratuitamente, sin exigir nada a cambio. Es alucinante un Dios-Amor, del que formamos parte. No hay palabras que puedan expresar lo que sentimos.

“Palpo aquí una presencia latente. No sé lo que es. Pero me brotan lágrimas de agradecimiento.” (Sagyo).

Esas piedras y otras muchas me construyen y sacan a la luz esa Presencia, que es la misma plenitud que me contiene entrañablemente, amorosamente.

1 comentario:

Fr. Simón dijo...

Precioso comentario gracias Conchi

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