domingo, 13 de enero de 2019

Meter alma


Creer cambia la vida. Si dices que crees y no sientes ese cambio interior, algo pasa.

Cuando crees confías y agradeces, porque se trata de una experiencia personal de amor, un encuentro, que te lleva a ver la vida de un modo distinto. Todo sigue igual, pero nada puede ser igual, puesto que entonces comienza la auténtica peregrinación hacia una mayor consciencia de esa Fuente de la que nunca podemos estar separados, no existe la ola fuera del océano, y de la que ya hemos empezado a sentir la caricia de sus aguas.

La vida va dando lo que necesitamos, lo creamos o no. Miremos con los ojos de la fe y aportemos al mundo la confianza más firme.

Hace falta esa chispa de entrega y alegría en el camino, ya hay demasiada siembra de desilusión, enfado y también de indiferencia.

No quedarnos nada, dar y dar de lo que llevamos en el corazón, que nunca caerá en saco roto. Sembrar y no mirar atrás, no estar pendientes de si alguien se ha dado cuenta, no pesar ni medir cantidades, no comparar.

En las conversaciones, en el trabajo, en las relaciones de todo tipo, meter alma, es decir, actuar desde nuestro yo profundo, para contrarrestar la superficialidad y la frialdad que abunda a nuestro alrededor. Falta comunicación íntima, expresión de sentimientos. Se puede conseguir.

Vamos a prender fuego en el lugar que ocupamos. Un fuego ilusionante y contagioso, capaz de encender sueños.

A todos nos alimenta la misma savia, nos acompaña la misma belleza, nos acaricia la misma brisa. En esto de la vida vamos todos juntos, codo con codo, también con los que se han ido y los que vendrán.

Encendamos nuestra luz cada día, el mundo la necesita.

2 comentarios:

Fr. Simón dijo...

Vamos a prender fuego en el lugar que ocupamos. Bravissima

juanolas dijo...

En esto de la vida vamos todos juntos, codo con codo,......
Gracias Conchi

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