Creer cambia la vida. Si dices que
crees y no sientes ese cambio interior, algo pasa.
Cuando crees confías y agradeces,
porque se trata de una experiencia personal de amor, un encuentro, que te lleva
a ver la vida de un modo distinto. Todo sigue igual, pero nada puede ser igual,
puesto que entonces comienza la auténtica peregrinación hacia una mayor
consciencia de esa Fuente de la que nunca podemos estar separados, no existe la
ola fuera del océano, y de la que ya hemos empezado a sentir la caricia de sus
aguas.
La vida va dando lo que necesitamos,
lo creamos o no. Miremos con los ojos de la fe y aportemos al mundo la
confianza más firme.
Hace falta esa chispa de entrega y
alegría en el camino, ya hay demasiada siembra de desilusión, enfado y también
de indiferencia.
No quedarnos nada, dar y dar de lo
que llevamos en el corazón, que nunca caerá en saco roto. Sembrar y no mirar
atrás, no estar pendientes de si alguien se ha dado cuenta, no pesar ni medir
cantidades, no comparar.
En las conversaciones, en el
trabajo, en las relaciones de todo tipo, meter alma, es decir, actuar desde
nuestro yo profundo, para contrarrestar la superficialidad y la frialdad que
abunda a nuestro alrededor. Falta comunicación íntima, expresión de
sentimientos. Se puede conseguir.
Vamos a prender fuego en el lugar
que ocupamos. Un fuego ilusionante y contagioso, capaz de encender sueños.
A todos nos alimenta la misma
savia, nos acompaña la misma belleza, nos acaricia la misma brisa. En esto de
la vida vamos todos juntos, codo con codo, también con los que se han ido y los
que vendrán.
Encendamos nuestra luz cada día, el
mundo la necesita.
2 comentarios:
Vamos a prender fuego en el lugar que ocupamos. Bravissima
En esto de la vida vamos todos juntos, codo con codo,......
Gracias Conchi
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