Los días pasan vertiginosos, y nos
damos cuenta que se nos escapa el tiempo de cuidar nuestro interior, de
agradecer y hacer consciencia de lo extraordinario de estar aquí.
Una buena práctica que nos puede
ayudar a pararnos es la de abrir y cerrar el día: por las mañanas abrirlo con
una oración agradecida, por las noches cerrarlo del mismo modo, haciendo
balance de todo lo ocurrido y agradeciendo.
Si no lo abrimos y lo cerramos
conscientemente, puede ser que se nos pase de largo el milagro que supone cada
amanecer y cada atardecer.
Todo lo que nos sucede tiene un
sentido, vivimos en una eternidad de amor, disfrutémosla desde ya. Vamos a
rastrear en todo esa Presencia amorosa que ha apostado por nosotros y a cada
paso nos abre caminos de esperanza y de ilusión.
Que nadie guarde para sí sus dones.
Es necesario el carisma y la luz personal de cada ser humano. Hacemos falta
todos para que la composición final sea perfecta. Y no miremos si en algún
momento no se ve esa luz, cada uno tiene su propio proceso y hay que
respetarlo. Lo que depende de nosotros mismos, pongámoslo al servicio de los
demás.
Ese punto de conexión diario al
abrir y cerrar cada jornada es muy útil y valioso, a la vez que sencillo de
hacer. Son dos momentos de ponernos en línea con aquello que nos trasciende y
nos da sentido. Y si no sabemos cómo hacerlo se puede utilizar y repetir una
única palabra: gracias. Es suficiente el agradecimiento.
La dificultad la añadimos nosotros
mismos. Nunca se nos piden cosas difíciles, que estén fuera de nuestro alcance.
La fe nos allana los caminos, nos
hace la vida más fácil.
2 comentarios:
La oración es la llave que abre el día y cierra la noche, escribió Gandhi
La fe nos allana los caminos, nos hace la vida más fácil......
Que así sea¡ Gracias Conchi
Publicar un comentario