Uno sabe amar a los
demás lo mismo que sabe amarse a sí mismo. Si no nos amamos, imposible amar a
nadie. Lo que tenemos para nosotros de modo natural se vuelca en los demás.
Somos un todo armónico. No se pueden hacer partes en él.
Por eso es esencial
trabajarse uno mismo, interiormente, a fondo.
Todo lo que hacemos,
todo aquello en lo que nos embarcamos nos sirve para la vida, para crecer hacia
una mayor conciencia de existir, y un mayor agradecimiento. Y de eso trata el
vivir, no de otra cosa.
En la inmensa variedad
de los humanos, en cuanto a caracteres, condiciones físicas, sociales,
emocionales y laborales, capacidades personales y oportunidades, todos somos
básicamente iguales: necesitamos amar y ser amados para que todo funcione.
Estamos unidos por un
barro común que nos iguala en la base y en lo esencial. Y a pesar de esta unión
increíble insistimos en poner barreras y separar. En contraponer lo mío a lo
tuyo y vivir enfrentados o aislados.
Parece que nuestra vida
sea una carrera de ambiciones. Poseer, juntar, acumular, tener más de todo,
como objetivo. Pero eso no da la felicidad. En los países donde hay más poder
adquisitivo también hay más depresiones y problemas emocionales. Muchas veces
nos encontramos, a mí me ha pasado, con que los que menos tienen nos dan
lecciones de buen hacer y buen vivir.
En algún momento de
nuestra vida se produce un cambio, ya no nos basamos en lo que tenemos, sino
que miramos hacia un lugar ignorado por nuestros ojos, que nos atrae, buscamos
otro sentido, otra orientación para vivir. Ya no nos sirve lo de siempre.
Y cuando entramos en
esta fase, ya no tiene vuelta atrás, es perdurable, nos sentimos bien,
asombrados. Todo lo vivido anteriormente era necesario para llegar hasta aquí.
Vemos una especie de planificación sobre nuestra persona. Y por fin nos damos
cuenta que no dependemos de nosotros mismos. Hemos dejado atrás la ambición,
nos queda disfrutar de esta aventura.
Dice Lluis Llach en la
canción Ítaca: “Cuando salgas para hacer
el viaje hacia Ítaca tienes que rogar que sea largo el camino, lleno de
aventuras, lleno de conocimientos, que sean muchas las madrugadas que entrarás
en un puerto que tus ojos ignoraban. Tienes que llegar, ese es tu destino.”
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