Una poesía mía dice:
“Pasan
por nuestro lado amaneceres
y
no miramos”.
Es bien cierto. Nos
sucede a cada instante el milagro de la vida y no nos asombramos.
En el mismo aire está el
alimento básico que necesitamos, el oxígeno. De un modo natural, nos brota la
energía como de una fuente, y nos llega la luz que alumbra nuestros pasos.
Desde el principio de
los tiempos, en el ahora eterno que vivimos, se han programado para nosotros
unos encuentros, unos paisajes, unas ayudas. Somos débiles y a la vez tenemos
la fuerza prestada del universo, el mismo fuego de las estrellas arde en
nuestro interior, esto no es poesía sino que es una realidad: estamos hechos de
la misma materia.
Se puede decir que
ignoramos todo sobre las corrientes bienhechoras que nos traspasan y nos
conducen.
Conviene que seamos
atrevidos y no nos quedemos atrapados o enredados en costumbres y cárceles de
estupidez. Que dejemos a nuestros deseos volar y a nuestro corazón soñar. Y que
invoquemos a nuestra amiga libertad, la que más lejos, más hondo, nos puede
llevar porque no tiene ataduras y viene a rescatarnos de nosotros mismos,
también de nuestros pensamientos y conceptos acumulados, de lo que ya no nos
sirve.
Vamos cargados de
temores y preocupaciones, que no nos dejan saborear y disfrutar la vida.
La libertad no quiere
decir hacer lo que nos dé la gana, sino desde el máximo respeto y
responsabilidad adentrarnos en terrenos inexplorados que están en nosotros
mismos y romper ataduras que nos impiden ser tiernos y crecer en profundidad.
Cuántas veces se nos
presentan situaciones difíciles, familiares y de todo tipo. Y con todo, hay que
seguir encontrando nuestra armonía. Es un desafío continuo, no siempre es
fácil.
Del nacimiento a la
tumba siempre aprendemos. Y para avanzar no hay más secreto que poner el acento
en la bondad, y confiar.
Amaneceres, atardeceres,
cielos majestuosos, relaciones entrañables y gestos de ternura están ahí para
nosotros, si los sabemos ver.
Todo está siempre a
punto para nuestra fiesta de nacimiento, en la que nos acompañan todas las
personas, porque hemos ido creciendo en relación con otros, con los que vemos y
también con los seres tan queridos que ya no vemos pero están con nosotros.
Y mientras, hagamos lo
que hemos venido a hacer, porque todos los caminos nos llevan a ser personas
humanas en plenitud y alegría.
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