miércoles, 18 de junio de 2014

Seréis mis testigos

El Espíritu del Señor está sobre nosotros porque él nos ha enviado a anunciar la buena noticia del amor. Con nuestra vida, con nuestras palabras y gestos, quiere que anunciemos el Reino.
Es Jesús el que nos incorpora a su propia misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Esta misión es algo que afecta a todo lo que somos y hacemos, a nuestros proyectos y actitudes, a nuestro día a día.
El primer paso en nuestro testimonio es el anuncio del nombre, la vida, el Reino, el misterio de Jesús. Es el kerigma. Todo cristiano es misionero.
¿También yo me siento enviado por Jesús? ¿Tengo espiritualidad misionera? Para ello tengo que anunciar a todo hombre que es amado por Dios y que él mismo puede amar, y lo tengo que expresar con mi propia vida, mi atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad, interés por los demás. Dios cuenta conmigo.
Dice el cardenal Van Thuan que el único Evangelio que leen los no creyentes es la vida de los cristianos. Por lo tanto, mi vida es mi mensaje.
“Soy lo que soy porque Dios fue bueno conmigo”, dice san Pablo que se presenta como un transmisor de la verdad que ha recibido del Señor. ¿Y qué estoy haciendo yo ahora para que esa transmisión continúe viva?
En nuestra sociedad muchos son los factores que dificultan la transmisión de la fe, pero el papa Francisco nos anima a abandonar ese pesimismo estéril en el que nos hemos instalado los cristianos, dice que nuestra actitud pesimista es una psicología de la tumba que nos convierte en momias de museo. Y nos anima diciendo: “No nos dejemos robar la alegría evangelizadora”.
Al igual que los primeros discípulos tenemos que mantenernos firmes, en un mismo espíritu, con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios en todo momento.
La alegría es la marca de la nueva etapa evangelizadora de la Iglesia. Tengo que ver si vivo yo angustiado por todos los problemas o con alegría a pesar de las dificultades. Si estoy alegre porque me sé amado por un Dios que es la misma Bondad. Si siento la alegría de que él cuente conmigo para ser su testigo.
Estamos preparados para nuestra tarea evangelizadora cuando sabemos de nuestra debilidad y del Amor infinito que nos sostiene y nos anima a caminar siempre en él. Y en todo cuanto hacemos nos ponemos a su servicio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nuestra vida es todo un testimonio, lo que reflejamos es lo que somos.

Tu reflejas bondad, alegría, grandeza de corazón, apertura, compromiso, servicio, ilusión por un mundo mejor. No hay día en el que no hagas mejor el espacio que habitas, no hay día que no luches con ilusión en nombre del amor.

TE QUIERO MAMÁ

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