El Espíritu del Señor está sobre
nosotros porque él nos ha enviado a anunciar la buena noticia del amor. Con
nuestra vida, con nuestras palabras y gestos, quiere que anunciemos el Reino.
Es Jesús el que nos incorpora a su
propia misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Esta
misión es algo que afecta a todo lo que somos y hacemos, a nuestros proyectos y
actitudes, a nuestro día a día.
El primer paso en nuestro testimonio es
el anuncio del nombre, la vida, el Reino, el misterio de Jesús. Es el kerigma.
Todo cristiano es misionero.
¿También yo me siento enviado por Jesús?
¿Tengo espiritualidad misionera? Para ello tengo que anunciar a todo hombre que
es amado por Dios y que él mismo puede amar, y lo tengo que expresar con mi
propia vida, mi atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad, interés
por los demás. Dios cuenta conmigo.
Dice el cardenal Van Thuan que el único
Evangelio que leen los no creyentes es la vida de los cristianos. Por lo tanto,
mi vida es mi mensaje.
“Soy lo que soy porque Dios fue bueno
conmigo”, dice san Pablo que se presenta como un transmisor de la verdad que ha
recibido del Señor. ¿Y qué estoy haciendo yo ahora para que esa transmisión
continúe viva?
En nuestra sociedad muchos son los factores
que dificultan la transmisión de la fe, pero el papa Francisco nos anima a
abandonar ese pesimismo estéril en el que nos hemos instalado los cristianos,
dice que nuestra actitud pesimista es una psicología de la tumba que nos
convierte en momias de museo. Y nos anima diciendo: “No nos dejemos robar la
alegría evangelizadora”.
Al igual que los primeros discípulos
tenemos que mantenernos firmes, en un mismo espíritu, con alegría y sencillez
de corazón, alabando a Dios en todo momento.
La alegría es la marca de la nueva etapa
evangelizadora de la Iglesia. Tengo que ver si vivo yo angustiado por todos los
problemas o con alegría a pesar de las dificultades. Si estoy alegre porque me
sé amado por un Dios que es la misma Bondad. Si siento la alegría de que él
cuente conmigo para ser su testigo.
Estamos preparados para nuestra tarea
evangelizadora cuando sabemos de nuestra debilidad y del Amor infinito que nos
sostiene y nos anima a caminar siempre en él. Y en todo cuanto hacemos nos
ponemos a su servicio.
1 comentario:
Nuestra vida es todo un testimonio, lo que reflejamos es lo que somos.
Tu reflejas bondad, alegría, grandeza de corazón, apertura, compromiso, servicio, ilusión por un mundo mejor. No hay día en el que no hagas mejor el espacio que habitas, no hay día que no luches con ilusión en nombre del amor.
TE QUIERO MAMÁ
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