Tomo prestadas estas
palabras de un libro: “…desde entonces y
por siempre, me guiaría la firmeza de un objetivo en mi vida”.
Eso me ha pasado a mí.
Hace pocos años, cuando murió mi marido, yo tomé la decisión de no perderlo, de
seguirle la pista. Recuerdo ese momento exacto, mi firmeza y claridad, mi
voluntad y emoción.
Y está claro que donde
pones tu energía hacia allí diriges tu vida. Escribí en aquella ocasión: “En la
misma piel de Dios se ha fundido tu piel, no sé a quién me dirijo, si a ti o a
él”.
Conscientemente, con
reflexión y calma, ahí he puesto mi mirada, eso es lo que mueve mi vida, la
certeza de un encuentro, la firmeza de un amor. Y yendo en esa dirección se me
allanan todos los caminos, porque mi decisión es firme, mi propósito
inquebrantable, mi caminar eterno.
Todos los días me
acompañan Milagros, de los que se pueden escribir con mayúsculas, porque un ser
tan minúsculo como yo con una misión tan enorme, es milagroso que la pueda
llevar adelante. Pero me asisten espíritus buenos, energías increíbles, y
corrientes bienhechoras que se han puesto a mi servicio.
Yo camino sobre esta
tierra con un objetivo, o a lo mejor con montones de objetivos. Pero yo soy
plenamente consciente de uno, por lo que mi caminar es búsqueda esperanzada.
La dirección de mi
amado es el mismo corazón de Dios, hacia allí me dirijo cada amanecer. Por eso he
escrito: “La vida me camina hacia un encuentro,/ acorto mi distancia a grandes
pasos,/ espero ese momento sin temor,/ alguien me está esperando al otro lado”.
Tengo una cita
importante. Por eso no me puedo dormir o despistar, todos los momentos me
sirven para estar presente y para encontrar el sentido.
Es mejor vivir por o
para algo, con ilusión, y con ganas. Intentar siempre una tierra mejor. No hay
que olvidar que el nuevo mundo comienza en el interior de cada uno. Nosotros le
damos permiso a la alegría para salir y las estrellas nos iluminan solo si les
dejamos. La vida hay que sentirla dentro.
Con mi presencia y
con mi mirada hago avanzar el amor, consigo un mundo más justo, traigo la paz a
la tierra.
Esto es una tarea
para toda la vida, una faena que no se acaba, que engancha porque es
ilusionante y afecta a todo cuanto toco.
Caminar en este
espacio infinito, de la mano de tantos seres queridos, los que vemos, y los que
desaparecieron de nuestro campo de visión, pero que son más reales que nosotros
mismos.
Vivir a corazón
abierto, sensible, emocionada, ilusionada, considerando un milagro
extraordinario pisar esta tierra. Amando y alabando.
Esos son los firmes
objetivos que impulsan mi vida.
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