miércoles, 6 de noviembre de 2013

La firmeza de un objetivo


Tomo prestadas estas palabras de un libro: “…desde entonces y por siempre, me guiaría la firmeza de un objetivo en mi vida”.

Eso me ha pasado a mí. Hace pocos años, cuando murió mi marido, yo tomé la decisión de no perderlo, de seguirle la pista. Recuerdo ese momento exacto, mi firmeza y claridad, mi voluntad y emoción.

Y está claro que donde pones tu energía hacia allí diriges tu vida. Escribí en aquella ocasión: “En la misma piel de Dios se ha fundido tu piel, no sé a quién me dirijo, si a ti o a él”.

Conscientemente, con reflexión y calma, ahí he puesto mi mirada, eso es lo que mueve mi vida, la certeza de un encuentro, la firmeza de un amor. Y yendo en esa dirección se me allanan todos los caminos, porque mi decisión es firme, mi propósito inquebrantable, mi caminar eterno.

Todos los días me acompañan Milagros, de los que se pueden escribir con mayúsculas, porque un ser tan minúsculo como yo con una misión tan enorme, es milagroso que la pueda llevar adelante. Pero me asisten espíritus buenos, energías increíbles, y corrientes bienhechoras que se han puesto a mi servicio.

Yo camino sobre esta tierra con un objetivo, o a lo mejor con montones de objetivos. Pero yo soy plenamente consciente de uno, por lo que mi caminar es búsqueda esperanzada.

La dirección de mi amado es el mismo corazón de Dios, hacia allí me dirijo cada amanecer. Por eso he escrito: “La vida me camina hacia un encuentro,/ acorto mi distancia a grandes pasos,/ espero ese momento sin temor,/ alguien me está esperando al otro lado”.

Tengo una cita importante. Por eso no me puedo dormir o despistar, todos los momentos me sirven para estar presente y para encontrar el sentido.

Es mejor vivir por o para algo, con ilusión, y con ganas. Intentar siempre una tierra mejor. No hay que olvidar que el nuevo mundo comienza en el interior de cada uno. Nosotros le damos permiso a la alegría para salir y las estrellas nos iluminan solo si les dejamos. La vida hay que sentirla dentro.

Con mi presencia y con mi mirada hago avanzar el amor, consigo un mundo más justo, traigo la paz a la tierra.

Esto es una tarea para toda la vida, una faena que no se acaba, que engancha porque es ilusionante y afecta a todo cuanto toco.

Caminar en este espacio infinito, de la mano de tantos seres queridos, los que vemos, y los que desaparecieron de nuestro campo de visión, pero que son más reales que nosotros mismos.

Vivir a corazón abierto, sensible, emocionada, ilusionada, considerando un milagro extraordinario pisar esta tierra. Amando y alabando.

Esos son los firmes objetivos que impulsan mi vida.

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