“En amor, locura es lo sensato”. Lo he
escuchado en la radio, me parece acertadísimo.
Me confirma lo que ya pensaba: hay que
estar un poco loco. Hay que estar “p´allá”, como se dice en mi entorno.
Loco para desear el bien a quien te hace
mal. Para tener aceptación en los fracasos, tener alegría confiada y volver a
encontrar la ilusión después de las lágrimas.
La vida puede ser muy dura, si ponemos
el corazón donde no toca: en lo material y superficial, en las posesiones, en
los éxitos, en las alabanzas. Porque en cuanto dejas de tener ese prestigio o
esa riqueza, te hundes.
Ese verso es de Antonio Machado, poeta.
La estrofa completa dice: “Huye del triste amor, amor pacato/ sin peligro, sin
venda, ni aventura/ que espera del amor prenda segura,/ porque en el amor
locura es lo sensato”. Una maravilla de poesía, de clarividencia y acierto en
las palabras.
Me parece increíble participar de esta
locura que me hace ver más allá en todo cuanto toco.
“Sigue tu felicidad, y el Universo te
abrirá puertas donde solamente había paredes”. (Joseph Campbell)
Es cuestión de tomar la decisión de ser
feliz, y la primera puerta que se entreabre es la de la alegría, aunque solo
sea a ratos. Es suficiente.
También la confianza, la esperanza y el
agradecimiento son puertas, que deshacen con su sola presencia los muros de
hormigón que aprisionan nuestro corazón hasta llegar a hacerlo un simple
músculo insensible y frío.
El Universo te ama, me ama. Esta es la
mejor noticia y hay que experimentarla como un cosquilleo, con un regusto
especial, con aires de fiesta. Y hay que celebrarlo.
A quien le llega esta noticia hasta su
corazón, se le tiene que notar. Precisamente manifestando alegría.
Los pequeños gestos de ternura son los
que mueven el mundo. También hay hazañas extraordinarias, por ejemplo hubo un
hombre, Maximiliano. Kolbe, que estando en un campo de concentración se cambió
por otro que estaba en la lista de los que iban a la cámara de gas. Con su
muerte nos dejó el ejemplo más grande de amor que puede existir, dar la vida
por otro.
Esas grandes personas existen. Pero la
mayoría somos personas normalitas, con una vida sin grandes sobresaltos, donde
nos acomodamos a no pensar, no sentir, no vibrar.
La cita nos recuerda que para amar conviene
estar un poco locos, vivir en el límite, es decir en la inseguridad, lo
imprevisible, la búsqueda, la aventura, la incertidumbre, el caminar a ciegas.
Las seguridades pueden convertirse en cárceles
que aprisionan lo nuevo y original que quiere brotar en nosotros cuando sentimos
esa presencia amorosa que viene a buscarnos y transformarnos.
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