miércoles, 11 de septiembre de 2013

Testimonios


700 años después de haber sido quemada en la hoguera, Marguerite Porète llama a las puertas de mi conocimiento y de mi corazón para dejarme su testimonio. Yo ya la conocía, hoy quiero prestar atención a su mensaje.

Ella decía que hay que desprenderse de todas las cosas, voluntad, pensamiento, deseo, para vivir en una pura presencia de Dios en la que el alma se hace una con él. “Pensar no me sirve, ni el obrar ni la elocuencia. Amor me ha elevado tan alto que no tengo ningún deseo”. “Él es y yo no soy. Él está lleno y de esto estoy llena”.

No muchos de los grandes santos y santas han tenido que pasar por ese final tan terrible. Hoy me llegan esas pinceladas de su vida y de su obra, y me conmueven. ¿Nos imaginamos a cualquier persona extraordinaria de las que hemos conocido que tenga que padecer este final de sufrimiento en la hoguera tan solo por sus creencias?

Su vida es un mensaje a gritos, para los que la conocieron y para nosotros, tantos siglos después. Fue condenada a la hoguera por haber mantenido su posición sin retractarse ante los tribunales que la juzgaban.

Dicho de otra manera más sencilla: estaba enamorada, y no consiguieron que renunciase a ese amor más grande que ella. No pudieron hacerla callar.

Eso ocurrió en 1310, ¿qué pasa hoy con nosotros, en 2013? ¿Estamos enamorados de alguien, de algo, de la misma vida? ¿Nos apasiona estar aquí? ¿Pensamos en quien nos ha creado? ¿Somos capaces de dar testimonio con nuestra convicción, con nuestra firmeza?

Es un ejemplo. Hoy en día también hay millares de testimonios en todo el mundo, que nos muestran la hondura de su fe, y que son perseguidos y asesinados. No ha cambiado tanto la cosa, aunque hayan pasado siglos.

Si estamos convencidos, es decir plenamente enamorados, tenemos una fuerza que no es nuestra, eso es un don. También es una coraza contra malos presagios, porque se basa en una confianza sin límites.

Vivir y morir por lo que uno cree, no doblegarnos ante las conveniencias, ser firmes enamorados y comunicar alegría. Para este plan no valen las caras de enfado.

Otro testimonio impresionante es el obispo Nguyen van Thuan, que estuvo encarcelado e incomunicado durante muchos años, en Vietnam. Dice: “Desde aquel momento está prohibido llamarme “obispo, padre” Soy el Señor Van Thuan. No puedo llevar ningún signo de mi dignidad. Dios me pide que vuelva a lo esencial. En el shock de esta nueva situación, cara a cara con Dios, siento que Jesús me dirige la pregunta: Simón, ¿quién dices que soy yo?”

Posteriormente, ya en libertad, fue nombrado cardenal y dio unos ejercicios espirituales al papa Juan Pablo II. El resumen de estos ejercicios está en su libro “Testigos de esperanza” Él dice: “Sufrir es duro, pesado, pero es mayor el consuelo divino”.

He entresacado estos testimonios entre tantos otros porque me impresionan y me animan en mi camino de fe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir estos testimonios de fe. Hacen que vea una realidad que muchas veces no nos llega por la cantidad de ruido que tenemos alrededor.

Te quiero mamá.

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