domingo, 8 de septiembre de 2013

Sentir y saborear


El quid de la cuestión espiritual está en experimentar, sentir, vibrar con la buena noticia de nuestro nacimiento a la vida divina. Este es un tema al que no se puede acceder por el estudio sino por la degustación. Dice Algazel: “Cuánta diferencia hay entre que conozcas la definición, causas y condiciones de la salud y de la saciedad y que estés sano y saciado. O entre que conozcas la definición de la borrachera y que estés borracho”.

Se trata de experimentar y saborear nuestra participación única y extraordinaria en la obra de la creación, no solo de analizarlo a nivel teórico, que también está bien. Teoría y práctica.

Todo, lo que se ve y lo que no, está entretejido con una materia indestructible. Todo está asistido por una cantidad desproporcionada de partículas y bacterias que ayudan a la vida. Hasta aquí una explicación teórica, científica, constatable.

Volviendo a la cita, eso sería el conocimiento de las “causas y condiciones de la salud o de la borrachera”. ¿Pero, sientes que estás participando de esa vida inacabable? ¿Estás borracho de emociones, de alegría por estar aquí? ¿Te sientes agradecido aunque no comprendas absolutamente nada? ¿Sabes y sientes que eres una pieza del amor que todo lo mueve?

Hay dos maneras de enfocar la vida, una es sintiéndote tocado, embriagado por la espectacularidad y la belleza de lo que te envuelve. Otra es viéndolo todo como normal e incluso rutinario. Dentro de nosotros están esos dos extremos, ahí nos movemos, sentir o no sentir, saborear o no, agradecer o permanecer indiferentes.

Todo nos habla, también los objetos. Todo tiene algo que decirnos. En esa relación amigable hacia todo lo que nos rodea está el secreto de nuestro sentirnos bien.

Esa es nuestra tarea: sacar agua de las piedras. Nos hace falta atención a lo que queremos conseguir, o concentración en lo que consideramos esencial: la vida como regalo. Saborear esto es comenzar la borrachera de saberse amado y querer seguir bebiendo de ese líquido que nos sienta tan bien.

En este caso, beber más no sienta mal, sino todo lo contrario. No tiene efectos nocivos nunca, y lo que se gana en este terreno es para siempre.

Para no perdernos en las palabras: beber es amar. La vida no se basa en cosas sino en relaciones de amor y compasión. Voy a observar la relación que tengo con mi familia, amigos, vecinos y demás. También la relación conmigo misma y con mi creador.

Que todos alcancemos, con los días que se nos han concedido, la magia de sentir y saborear la auténtica vida.

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