miércoles, 18 de septiembre de 2013

Actitud confiada


La llave para vivir, para acceder a las dificultades que se nos van presentando es tener una actitud confiada. No somos hormiguitas actuando solas, sino que hay un espíritu bondadoso que nos cuida y nos lleva a buen puerto, queramos o no, porque su generosidad es infinita, porque nos ha hecho con su amor poderoso.

Esto es difícil de ver si no se te ha regalado la fe. Por eso que nadie intente convencer a nadie, llevarle a su terreno, solo podemos convencer con nuestra vida, y pedir fe para todos.

Cuando alguien apunta con el dedo señalando algo que nos conviene no miramos la dirección hacia donde apunta sino a la persona que nos lo dice, si nos convence su manera de ser, es decir si nos fiamos de él, le haremos caso, de lo contrario, no.

Lo importante no es lo que decimos sino cómo somos.

Todas las veces que manifestamos preocupación, angustia, temor, estamos mostrando desconfianza.

Cuando los discípulos remaban con dificultad porque tenían el viento en contra, Jesús caminando sobre las aguas de tormenta, y en medio de la tempestad se les acercó y les dijo que no tuviesen miedo. Y cuando subió a la barca con ellos, se calmó el viento.

Es un ejemplo muy bello y muy claro de lo que nos sucede. Esa tempestad de problemas y preocupaciones en que a veces se convierte nuestra vida, se calma cuando aceptamos a ese Amigo que ya vive con nosotros y quiere que seamos conscientes de su presencia. Si le aceptamos plenamente nos cambia la vida, introducimos esa actitud confiada y eso nos salva de la ignorancia.

Ignorar es pensar que somos seres aislados y abandonados a nuestra suerte. Es estar separados de la grandeza de la que formamos parte.

Algo se nos revela cuando escuchamos lo que tienen que decirnos las cosas, las personas y todo cuanto nos sucede.

Dejemos nuestras aguas interiores en calma para obtener una mirada limpia y un corazón sano con el que poder ver y escuchar al que viene a ayudarnos.

Esa revelación o mensaje universal también llega a nuestra puerta a través de todo aquello que somos y hacemos. Y viene para decirnos lo mismo que ha dicho a través de los siglos: “Yo soy tu Dios y te amo. Siéntelo. Disfrútalo”.

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