
Felizmente llegué a ti
por caminos ignorados,
de repente se cruzaron las miradas,
se encontraron los abrazos.
Tú no sabías que me habías estado amando
en tus madrugadas,
yo no sabía que tú eras la parte de mi persona
que me faltaba.
Las apariencias, que siempre engañan,
aseguran que tú no estás,
que ya te has muerto,
sólo tú y yo sabemos
que eso no es cierto,
que compartimos abrazos invisibles
y muy reales,
encuentros clandestinos
y momentos entrañables.
Durante un tiempo
no podré ver tus ojos ni tu figura,
pero eso no importa tanto,
peor sería tenerte cerca y estar lejano.
Felizmente
y en el momento exacto
tu orbita se fundió en mi piel
y en mi regazo
y mis rayos te alcanzaron.
Felizmente nos ensamblamos.
(Estas manos son de mi marido y mías. La foto fue tomada a primeros de 2006, cuando él ya estaba enfermo de cáncer. Murió en agosto de ese año. Esa imagen me acompaña a todas partes. Realmente me siento llevada de la mano de él, que me mostró el camino. Así como llevada de la mano de Dios.
2 comentarios:
MariCarmen y yo (casi) siempre vamos de la mano.
Y muy especialmente cuando vamos a comulgar.
Nos gustaría que cundiera el ejemplo.
Porque creemos,como tu, que es importante esta clase de gestos.
Porque son más que gestos.
Jamás una palabra, una caricia nuestra, minimamente será como la suya.
Pero no dejes de sentirte querida.
Al + Mc
Me ha encantado...
Los que vemos de cerca cómo os queréis somos unos privilegiados, hormiguita.
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