Leía el otro día que hay que sacar la
basura que está en la cabeza. La basura es lo que te distrae de lo que
realmente importa, que es el momento presente.
Porque vivimos en cárceles, invisibles
pero reales, que nos tapan la alegría auténtica de vivir. Y algo hay que hacer.
Esos barrotes se desmoronan tan solo con
no hacerles caso, con ignorarlos.
Allá donde focalizamos nuestra atención
sentimos un cosquilleo, eso pasa realmente en el plano físico: cuando nos
sentamos en silencio y pensamos en los pies, los sentimos en ebullición, y si
pensamos en las manos, lo mismo, o en los brazos, los hombros, etc. Lo que
ponemos en primer plano, lo que resaltamos es lo que cobra protagonismo y todo lo demás pasa a un segundo lugar.
Si resaltamos la bondad, la veremos en
todas partes y nos llenaremos de alegría. Si damos más relevancia a lo superfluo,
la superficialidad y la tontería inundarán nuestra vida.
Por tanto, a ver qué seleccionamos como
referencia, porque nuestra vida dependerá de dónde pongamos nuestra atención.
Yo soy partidaria de que allá donde
estemos busquemos asombrarnos de la belleza y de la magia de cada momento.
Me gusta ver qué han hecho las grandes
personas que son mis modelos. Ellos me dicen, con su vida, que hay que mantener
firme el mensaje de vida y de esperanza. Y que no hay que actuar nunca por
rivalidad, sino con humildad.
Y con estas enseñanzas me pongo en
camino, consciente de lo que se me da, de mis dones.
Recuerdo una poesía que escribí que
habla de romper el lenguaje en mil pedazos para que de ahí surjan gaviotas y
abrazos. Que brote lo inesperado en cada momento, lo que nos deja con la boca
abierta, que el asombro no nos abandone, y la ilusión sea nuestro punto de
partida.
Hay palabras que son adoquines en medio
de la calle que nos dificultan enormemente nuestro caminar. Pero eso tiene
solución, puedo escoger caminos nuevos, rompedores, con chispa. ¿Por qué no?
surgirán
gaviotas,
nacerán
abrazos,y las aguas danzarán
en
el hueco de mi mano,
y
las luces transformarán
corazones
a su paso.
Rasgaré
la realidad hasta anularla,
para
ver brotar las estrellas de tus ojos,
me
vestiré con besos y caricias,
celebraré
fiestas de paz y de armonía.
Me
asomaré a un mundo no explorado
que
me mira y me llama por mi nombre,
y
me iré paseando libremente
contemplando
mis días cómo corren.
Dibujaré
gestos de paz
con
mi mirada,
y
de mi sangre brotarán fuentes
de
calma y de esperanza.
que
cruzará distancias infinitas,
aguardando
luego nuevos ecos
que
echen raíces en mi vida.
Trabajaré
mi carne adormilada
y
recogeré cosechas de alegría
para
ofrecerlas en un ramo
a
quien me ha llamado,
a
quien me está esperando.
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