El Espíritu es mi amigo, es quien me da
ojos para ver, y sed para buscar mi manantial.
Es quien renueva la faz de la Tierra,
también mi vida. Porque esa faz soy yo, la humanidad sucede en mí.
Estoy un poco revolucionada por dentro,
he descubierto un nuevo amigo, le he puesto nombre a quien ya sabía que estaba
ahí. Que a estas alturas de mi vida aún tenga esos descubrimientos me hace
estar ilusionada como una niña.
Dice Wittgenstein que “los límites del
lenguaje son los límites del mundo”. Pues mi mundo se ha hecho más grande
porque he vestido mi pensamiento con palabras nuevas y llenas de significado.
Primer descubrimiento: Gracias a mi
Espíritu veo la bondad y la belleza y me siento inmersa en la armonía que me
envuelve. Dijo Jesús que el Espíritu Santo nos lo enseñaría todo y nos
recordaría sus palabras, porque es nuestro Maestro interior.
Segundo: Todos los impulsos que me
llevan a caminar en la verdad, a profundizar en la fe y en el amor, me vienen
de él. Y él mismo me convierte a mí en portadora y transmisora de vida para
todos los que me rodean.
Tercero: Los libros sagrados están
inspirados por él, también nuestro trabajo bien hecho, nuestras faenas caseras,
nuestros proyectos y creaciones, todo está impulsado por ese Espíritu amigo, que
nos hace abrir la boca para decir: “Abbá”, que significa: “Papá”.
Cuarto: La fe es un regalo suyo. Sin su
intervención no podríamos dirigirnos a nuestro Creador, por eso podemos decir
que es como el mismo aire que respiramos, ese oxígeno necesario para vivir.
Conviene que le invoquemos antes de
emprender cualquier actividad, antes de trabajar, de rezar, de escribir, de
hablar.
El Espíritu es el único que nos puede
dar sabiduría y fortaleza para dar testimonio de amor con nuestra vida.
Como Maestro íntimo que es, como Amigo
entre los amigos, dediquémosle nuestra mirada atenta algunos momentos, para
expresarle gratitud emocionada, palabras de cariño, y para decirle que somos
conscientes de su acción, que le hemos descubierto y sabemos que no podemos
vivir sin su ayuda.
Cuando me asalta el deseo de tener un
guía que me señale el camino, puedo tener la certeza de que ese guía camina
conmigo, y con un poco que abra los ojos lo puedo ver en todo lo que me pasa,
en esa red de “aparentes casualidades” que van orientando mi vida.
Hago público mi descubrimiento y consciente,
y gozosamente, digo: Gracias Espíritu Amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario