domingo, 26 de mayo de 2013

A mí me lo hicísteis


Una imagen muy expresiva para indicarnos que lo que hacemos a los más necesitados, a Jesús se lo hacemos. Porque dentro de cada uno está la presencia amorosa que todo lo sostiene en su amor.

Los más necesitados, no solo de un trozo de pan sino también de un gesto de cariño. Quizá entre los que nos rodean todos tienen ese pedazo de pan, pero seguramente no todos tienen lo necesario para sentirse amados, y ahí estamos nosotros para solucionarlo, con nuestro saludo, nuestra atención y solicitud, nuestra caricia y abrazo.

“Lo que hagas a uno de los más pequeños y necesitados, a mí me lo haces.” También nosotros, padres y madres de esta Tierra, podemos comprobar en nuestra misma carne la verdad de esta frase, lo que hagan a nuestros hijos, nos lo hacen a nosotros.

Dios, madre y padre de amor, se preocupa de los más necesitados, de los que más sufren, nos recuerda que él/ella está con todos, y sobre todo con ellos.

Ese “a mí me lo hacéis” lo puedo imaginar como un grito desgarrador, como una sentida súplica. Una petición de ayuda. Nos dice: “colabora conmigo, en el corazón de ese prójimo tuyo tan intratable y cínico, estoy yo, en el centro de ese hijo rebelde, estoy yo. En lo profundo de esa suegra irritante, habito yo. Por las venas de ese compañero insoportable circulo yo.

El ejemplo de esa persona herida en el camino a la que ayuda el buen samaritano, lo podemos hacer actual si pensamos en quien necesita más ayuda de todos los que se relacionan conmigo. No tendremos dificultad en encontrar rápidamente uno o varios nombres.

Cuando vemos la trascendencia de todas las cosas, cuando mi prójimo no es ya mi prójimo sino que es Dios mismo, damos un salto cualitativo en el abismo del amor, y gozosamente nos ponemos en marcha, para sanar heridas, aliviar soledades, arreglar entuertos, en resumen: vivir amando.

Nuestra ayuda, aunque sea mínima, es totalmente necesaria. Hace falta nuestra caricia, cercanía, apoyo. “Es que ese gesto de ánimo solo lo he tenido hoy con una persona”, pues a esa persona le hacía falta, seguro.

No menospreciemos nuestra pequeña/gran contribución a la paz del universo. Somos soldados de a pie para intentar cada día construir un mundo nuevo con nuestros gestos, aparentemente insignificantes, pero llenos de vida y sentido.

No hay comentarios:

Persona humana

  Desde cada amanecer y a lo largo del día, solo una faena me espera: ser persona humana agradecida dentro del plan diseñado para mí. Esa es...