domingo, 24 de febrero de 2013

Momentos felices


La vida son instantes. Una sucesión de momentos que se pueden encadenar unos con otros y se pueden vivir en plenitud por separado.

Si separamos un instante del siguiente, todo es más sencillo porque no nos sobrecargamos con las expectativas del momento siguiente, con lo que sucederá o no dentro de 5 minutos, o de unos meses o de años.

Tenemos más serenidad si separamos los instantes y en cada uno de ellos vemos una finalidad, un mensaje, una enseñanza que nos ayuda a continuar y a estar equilibrados.

El equilibrio íntimo es muy importante para ver la belleza y para ser felices, porque es lo mismo. “La felicidad es belleza”, esto lo leí, y como también lo experimento así, lo hago mío.

Tenemos que hacer acopio de momentos felices, necesitamos esa base sólida y a la vez tierna para lanzarnos conscientemente a la aventura de ser persona humana. Bonita tarea. Divina tarea. Y único objetivo de habitar en este pequeño planeta.

El tiempo no es nada. Lo que vislumbramos como tiempo es un presente continuado, es “el día” que engloba todos los días. La vida es un instante.

Por eso, cuando a veces, en grupo, encontramos momentos de alegría, de compartir, de celebrar, danzar, cantar, hemos acertado con el camino más auténtico, el de la unión y el amor.

Porque para ir por los caminos verdaderos que la vida nos regala no nos conviene estar serios, aislados y amargados. Incluso yo diría que la excesiva seriedad nos impide el paso.

No dudemos en celebrar la vida, la amistad, los años, con danzas, con risas, con manos unidas, con gestos de acercamiento. Esa es una auténtica oración: sentirnos felices en torno a la Presencia que Jesús llama “Padre”.

Esos instantes de Alegría y Paz nos dejan huella, nos transforman, nos tocan el corazón y nos dan el abono necesario para saborear la vida auténtica.

También cuando estemos en soledad, reunidos con nosotros mismos, experimentemos la alegría de sabernos llamados a esta vida y sostenidos por el mismo Amor que es nuestro dueño y creador.

Y dediquémonos a transmitir a los demás ese tesoro de belleza y felicidad, hallado en nuestro interior.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Normal que todo el mundo me hable de ti maravillado...dejas un reguero de amor por donde pasas, tu palabra no sería fuerte si no fuera por tu testimonio de vida, es ahi donde rompes muros de amarguras, por eso tus palabras resuenan tan fuertes, resuenan en tu vida, LA VIDA.

Te quiero mamá.

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