La vida se compone de gestos. Los gestos
de impaciencia, de admiración, de ternura, de respeto, de desesperación, de
desprecio, de alegría.
Adoptemos los gestos que más nos
convienen. Si hemos decidido caminar dejándonos encontrar por las maravillas
del universo creado, por la emoción de cada segundo vivido intensamente, pues
entonces, expresémoslo con los gestos adecuados.
Adornemos nuestra vida con aquellos
gestos que necesitamos.
En primer lugar, yo pondría los de
acogida, aceptación y escucha. Se podría representar con unos brazos abiertos,
también con un regazo amoroso.
También me gustan los gestos de
picardía, incluso de locura, en los que puedes establecer un diálogo con los
objetos, con los sentimientos, con las estrellas y hasta con los muertos.
Hablar sabiendo que te escuchan, y que te contestan. No es un monólogo.
Me encantan los gestos de sorpresa, ante
cualquier mínima expresión de cariño de la vida hacia mí. Esas sorpresas tan
abundantes, me hacen sentirme viva, en interacción con mi destino, Me hacen
esperar el misterio de cada amanecer y asombrarme con la belleza de cada
atardecer, con los destellos increíbles del sol que se aleja, esas últimas
pinceladas de cada día que dejan su huella en mi interior.
La vida es todo menos rutina. Toda
nuestra imaginación no nos sirve para comprender lo extraordinario de la
creación y de las incontables estrellas. Ni para abarcar toda la profundidad de
nuestros sueños ni de nuestros mundos interiores.
A veces nos perdemos en los problemas
cotidianos, en las pequeñas cosas que nos pasan, en nuestros dolores de cabeza,
o en el fracaso de nuestras relaciones interpersonales. Y ahí matamos la
admiración por la magia de la vida, que sigue estando ahí, a nuestro servicio,
esperándonos.
Vivimos distraídos por las
preocupaciones y los quehaceres diarios. Cuántas veces escuchamos el grito de
nuestro corazón pidiéndonos algo más.
Nuestro ser ha sido creado para lo más
grande por eso se desespera, se deprime, cuando no tiene aquello para lo que ha
sido destinado.
Y eso tan extraordinario no pensemos que
nos va a venir oyendo o escuchando voces celestiales. Para la inmensa mayoría
de los humanos no existe eso, sí existe la aceptación de cada momento, la
alegría de cada mirada, la complicidad con la creación, la belleza de los
gestos más pequeños. Eso sí que está al alcance de todos, cada día.
Revistámonos con gestos de respeto y
admiración, de alegría y acogida sincera, es decir, gestos de paz. Hagamos de
nuestra vida un intercambio de dones y de bendiciones.
1 comentario:
Mi gesto en este instante es de gratitud a la vida, por haberme dado unos padres como los que me ha dado.
Sencillamente únicos.
¡GRACIAS PAPÁ Y MAMÁ!
Publicar un comentario