miércoles, 30 de enero de 2013

Gestos de paz


La vida se compone de gestos. Los gestos de impaciencia, de admiración, de ternura, de respeto, de desesperación, de desprecio, de alegría.

Adoptemos los gestos que más nos convienen. Si hemos decidido caminar dejándonos encontrar por las maravillas del universo creado, por la emoción de cada segundo vivido intensamente, pues entonces, expresémoslo con los gestos adecuados.

Adornemos nuestra vida con aquellos gestos que necesitamos.

En primer lugar, yo pondría los de acogida, aceptación y escucha. Se podría representar con unos brazos abiertos, también con un regazo amoroso.

También me gustan los gestos de picardía, incluso de locura, en los que puedes establecer un diálogo con los objetos, con los sentimientos, con las estrellas y hasta con los muertos. Hablar sabiendo que te escuchan, y que te contestan. No es un monólogo.

Me encantan los gestos de sorpresa, ante cualquier mínima expresión de cariño de la vida hacia mí. Esas sorpresas tan abundantes, me hacen sentirme viva, en interacción con mi destino, Me hacen esperar el misterio de cada amanecer y asombrarme con la belleza de cada atardecer, con los destellos increíbles del sol que se aleja, esas últimas pinceladas de cada día que dejan su huella en mi interior.

La vida es todo menos rutina. Toda nuestra imaginación no nos sirve para comprender lo extraordinario de la creación y de las incontables estrellas. Ni para abarcar toda la profundidad de nuestros sueños ni de nuestros mundos interiores.

A veces nos perdemos en los problemas cotidianos, en las pequeñas cosas que nos pasan, en nuestros dolores de cabeza, o en el fracaso de nuestras relaciones interpersonales. Y ahí matamos la admiración por la magia de la vida, que sigue estando ahí, a nuestro servicio, esperándonos.

Vivimos distraídos por las preocupaciones y los quehaceres diarios. Cuántas veces escuchamos el grito de nuestro corazón pidiéndonos algo más.

Nuestro ser ha sido creado para lo más grande por eso se desespera, se deprime, cuando no tiene aquello para lo que ha sido destinado.

Y eso tan extraordinario no pensemos que nos va a venir oyendo o escuchando voces celestiales. Para la inmensa mayoría de los humanos no existe eso, sí existe la aceptación de cada momento, la alegría de cada mirada, la complicidad con la creación, la belleza de los gestos más pequeños. Eso sí que está al alcance de todos, cada día.

Revistámonos con gestos de respeto y admiración, de alegría y acogida sincera, es decir, gestos de paz. Hagamos de nuestra vida un intercambio de dones y de bendiciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi gesto en este instante es de gratitud a la vida, por haberme dado unos padres como los que me ha dado.
Sencillamente únicos.

¡GRACIAS PAPÁ Y MAMÁ!

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