Un Niño nos nace cada día. Es un Niño
inocente, sano, alegre, que quiere hacerse presente en nosotros y quiere
inundarnos de su sencillez y sabiduría.
Acondicionemos nuestro corazón para ese
Niño. Las preocupaciones innecesarias, los pensamientos negativos, son una
especie de residuos altamente tóxicos que no dejan respirar al Niño.
Al igual que todos los bebés, necesita
un espacio de confianza, de tranquilidad, de armonía, para desarrollarse y que
brille su cálida luz en nuestro interior.
Cuidemos ese Niño divino que
transportamos en nosotros mismos, démosle un ambiente entrañable para crecer y
encontrarse a gusto.
La Navidad somos nosotros mismos, se
trata de dar importancia a lo que realmente la tiene. Y dejar de prestar
atención a la cantidad de impedimentos que nos roban la presencia del Niño.
¿Y qué es lo que tiene importancia? Amar,
perdonar, acoger, escuchar, valorar, acariciar, sonreír, ilusionarte con lo que
llevas entre manos. Contemplar la vida con mirada amorosa, ser amante solícita
y protectora de todo cuanto existe.
¿Y qué hay que evitar? El desamor: juzgar,
criticar, despreciar al otro.
Los dones se han depositado en nosotros,
usémoslos. A veces los tenemos sin estrenar. Nuestro poder infinito lo tenemos
amordazado.
Es importante reconocer los regalos que
se nos han dado, carácter, habilidades, aficiones, entusiasmo, inquietudes. Y
valorar hasta el más mínimo detalle donde se nos manifiesta la sabiduría que
todo lo impregna.
Pongamos a los pies de ese Niño todo
cuanto nos sucede y todo nuestro ser, como ofrenda: lo que se nos da, lo
devolvemos en alabanza y gratitud.
“No
hago nada por mi propia cuenta. Solamente digo lo que el Padre me ha enseñado.”
El Padre y el Niño son dos caras de una
misma realidad. Y cada uno de nosotros con su nombre y apellido, somos otras
tantas caras de esa realidad.
Navidad eres tú, porque en ti nace todos
los días todo lo bueno de la tierra, tú eres su cuna, su base de lanzamiento,
su lugar privilegiado.
En ti mismo hay un manantial de amor y
de ternura, de alegría y de ilusión. Ese es tu Niño, que estará muy bien
cuidado siempre que te cuides a ti mismo, te trates con respeto y camines con humildad
y con esperanza.
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