domingo, 15 de julio de 2012

Vaya a donde vaya


Mi libertad me sirve para amar. Para desmarcarme del egoísmo, de la envidia, de los enfados, para no dejarme atrapar por las malas caras.
Yo la utilizo ante cualquier problemilla: miro el desasosiego que quiere dominarme, y elijo no alejarme de mi espacio de calma sin el que ya no podría vivir. Pero esto no es una batalla aislada, una y otra vez, continuamente, hay que elegir.
Mi libertad es preciosa, perfecta, magnífica, adorable. Es la que me hace grande, la que me eleva sobre miserias y pequeñeces.
Utilizando nuestra libertad nos construimos como personas humanas y nos despertamos a la otra realidad, la que no ven nuestros ojos, la que sentimos en lo hondo del corazón.
Tengamos compasión de los que no son capaces de utilizarla, de los inconscientes, de los provocadores, de los que solo se ven a sí mismos. Mirémosles con benevolencia. Enviemos hacia ellos nuestros deseos de paz, es lo mejor que podemos hacer. Y sigamos nuestro camino, siempre eligiendo amar, guiados por nuestra libertad.
Un personaje de una obra de Dickens se cambia voluntariamente por otro a la hora de morir en la guillotina. En este acto encuentra su motivo sublime para vivir y con un semblante sereno, apacible y profético, dice “Esto que hago es mejor, infinitamente mejor que cuanto he hecho en mi vida”.
Esto es un ejemplo para ver hasta qué extremo las personas podemos emplear nuestra libertad. Aunque no hace falta que lleguemos hasta la guillotina, sí es necesario que vayamos eliminando nuestras ganas de ser más que el otro, de querer imponer nuestra razón, nuestro punto de vista.
Como le decía yo el otro día a una amiga: “ya sé que tú lo hubieras hecho de otra manera, pero deja a los demás que se equivoquen, que actúen según su propio criterio sin imponerles el tuyo, y sin juzgar”.
Porque todos los caminos nos llevan a nuestro destino, los errores también nos sirven. “Vaya a donde vaya a tu morada me dirijo” (Rumi). ¿Para qué preocuparse? ¿Por qué querer cambiar a nadie?
Solo tenemos un terreno donde actuar, que está dentro de nosotros, ahí utilicemos nuestra libertad para mejorarnos, para guillotinar lo que nos quita la paz y sentirnos a gusto, y poder decir también: “esto que hago es infinitamente mejor que cuanto he hecho en toda mi vida”.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Enviar nuestro deseo de paz es lo mejor que podemos hacer.

Justo está mañana, eso he pedido en mi oración.

Nada es casual...

Te quiero mamá.
María.

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