¿Cómo te pediré que te des a mí si tú eres todo en todo? ¿Cómo te darás a mí si a la vez no me das el cielo y la tierra y todo lo que contienen? Todavía más: ¿Cómo te darás a mí si no es dándome a mí mismo? Mientras descanso así en el silencio de la contemplación, Señor, tú respondes en mi corazón: “Sé tú de ti mismo y yo seré tuyo” (Nicolás de Cusa)
No sé si le pasará esto a más gente: hay frases o textos que me atraen sin remedio aunque no llegue a entenderlos del todo, que me hieren con su belleza y me dejan el corazón temblando: Algunas frases me golpean y me abren mundos… No sé el porqué de esa atracción fatal.
Si tú eres todo en todo, yo ¿qué voy a pedir si ya lo tengo todo? Solo me queda ser yo misma, y aceptar con confianza mi vida, porque ahí está depositado todo lo que necesito.
Mi vida se convierte así en mi pregunta y mi respuesta, en mi cielo y mi tierra al mismo tiempo. Todos los misterios se concentran en mi persona, todos los enigmas se revelan en mí.
Porque tú eres todo en todo, yo ya lo tengo todo, disfruto y poseo todo.
Carecemos de la conciencia de ese poder, lo que no es ningún defecto de fábrica, es que tenía que ser así, seguramente. En nuestra naturaleza perfecta está el ser ignorantes, aceptemos también eso.
Soy criatura y soy hermana absoluta de todo, sin separación ni diferencia ninguna, porque mi esencia es la Esencia.
En el día a día de las pequeñas cosas, de los tropiezos y de las lágrimas, cómo comprender e integrar esta trascendencia que soy yo misma, este “más allá” que camina y sufre en mí. Imposible entenderlo con la inteligencia, inútil intentar razonarlo, explicarlo. De locos pretender convencer a nadie.
O se tiene o no se tiene desarrollado ese sentido de sentirnos parte y todo, en y para algo, humanos y divinos, perfectos e imperfectos, todo a un tiempo.
¿El que no lo tiene no puede llegar a tenerlo algún día? Por supuesto que sí. Pero eso no depende de mí.
Yo solo tengo que vivir en mi sitio, conscientemente, plenamente, a tope, entregada, ilusionada, confiada, y con paz.
No sé si le pasará esto a más gente: hay frases o textos que me atraen sin remedio aunque no llegue a entenderlos del todo, que me hieren con su belleza y me dejan el corazón temblando: Algunas frases me golpean y me abren mundos… No sé el porqué de esa atracción fatal.
Si tú eres todo en todo, yo ¿qué voy a pedir si ya lo tengo todo? Solo me queda ser yo misma, y aceptar con confianza mi vida, porque ahí está depositado todo lo que necesito.
Mi vida se convierte así en mi pregunta y mi respuesta, en mi cielo y mi tierra al mismo tiempo. Todos los misterios se concentran en mi persona, todos los enigmas se revelan en mí.
Porque tú eres todo en todo, yo ya lo tengo todo, disfruto y poseo todo.
Carecemos de la conciencia de ese poder, lo que no es ningún defecto de fábrica, es que tenía que ser así, seguramente. En nuestra naturaleza perfecta está el ser ignorantes, aceptemos también eso.
Soy criatura y soy hermana absoluta de todo, sin separación ni diferencia ninguna, porque mi esencia es la Esencia.
En el día a día de las pequeñas cosas, de los tropiezos y de las lágrimas, cómo comprender e integrar esta trascendencia que soy yo misma, este “más allá” que camina y sufre en mí. Imposible entenderlo con la inteligencia, inútil intentar razonarlo, explicarlo. De locos pretender convencer a nadie.
O se tiene o no se tiene desarrollado ese sentido de sentirnos parte y todo, en y para algo, humanos y divinos, perfectos e imperfectos, todo a un tiempo.
¿El que no lo tiene no puede llegar a tenerlo algún día? Por supuesto que sí. Pero eso no depende de mí.
Yo solo tengo que vivir en mi sitio, conscientemente, plenamente, a tope, entregada, ilusionada, confiada, y con paz.
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