miércoles, 20 de junio de 2012

Atada a su sombra

“Hallar a Dios es buscarlo incesantemente” (San Gregorio de Nisa).
Si cuando lo busco es que ya lo he encontrado... ¡pues entonces yo ya lo tengo! Porque mi búsqueda es continuada, incesante, aventurera y atrevida. Da sentido a lo que vivo porque sin él no existo, ni siento, ni sirvo.
Para mí encontrar a Dios es avanzar siempre hacia mí misma, es profundizar en mí y conocerme mejor. Y, sobre todo, es saberme acompañada, guiada, arropada y amada hasta el infinito.
Mi búsqueda me hace ser descubridora de lo eterno. Nunca lo puedo tener en posesión pero si logro rozarlo con mis deseos, ya es una gran cosa y no pido más.
Da igual empezar por una punta o por la otra: porque he hallado me he puesto a buscar o porque busco, he hallado. Lo cierto es que ya tengo el tesoro más preciado, el filón sagrado está entre mis horarios y mis quehaceres.
Muchísimas corrientes de energía positivas se han cruzado en mi camino para que yo me haya convertido en una decidida buscadora.
Recuerdo que al día siguiente de morir mi marido, hace seis años, hice la firme promesa de no perder de vista a Dios, porque ahí era donde residía ahora mi marido, y yo no quería perderle. Entonces me alié con Dios, me até a su sombra. Y a partir de entonces todo lo que me ha sucedido lo he visto con otra lucidez, con otros ojos, y el resultado ha sido increíble. Porque estoy unida a la Belleza de la tierra, a la Bondad de los corazones, a la Paz del universo.
Por eso sé que todo va a ir bien y que no estamos solos, sino que vivimos inmersos en el Amor. “No hay que preocuparse, Dios solo es Amor” me decía mi marido. El que se cree esto, cambia, yo doy testimonio de ello.
La confianza es un don y también una conquista. En primer lugar, se nos da. En segundo lugar, hay que cuidarla.
Tenemos miles de ocasiones de “regar el arbolito” de la confianza. Yo lo pongo en práctica cuando me visita algún problema, dificultad, tensión. Entonces me concentro en Aquel que me cuida y me ama sin límites, y sé que ya se está empezando a solucionar lo que tiene apariencia de problema, porque todo está en sus manos, y los asuntos más graves pierden peso cuando se les mira desde otro ángulo. Y me digo: si realmente confío no puedo estar angustiada por esto.
 “La conciencia de todo lo bueno de la vida, también de la mía, no la desplazan otros asuntos, sino todo lo contrario, es cada vez más fuerte”, esto lo decía Etty Hillesum desde un campo de concentración; Westerbork, de donde semanalmente salía un tren con mil personas para llevarlas a los campos de exterminio. Imaginemos la desesperación de los cientos de miles de personas arrancados de sus hogares y recluidos allí.
Aprendamos de las grandes personas que han pasado por esta tierra.
El camino es concentrarse en las cosas buenas de la vida, en lo positivo y alegre. “Cuando te llegue una tristeza, toma refugio en Dios”. (Rumí)

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