miércoles, 23 de mayo de 2012

La belleza

“Mostrar y buscar la belleza es un camino que no acaba y que nos sosiega, un remedio contra la sordidez de las cosas, un atenuante contra el dolor de la vida”. (Santiago Sánchez Torrado).
Cómo expresar la amplitud y la profundidad de la belleza en la vida. En primer lugar, hay que aclarar que no es un término que se refiera a las cosas y personas “guapas”, no va por ahí el tema. Puede haber personas muy feas o también objetos insignificantes impregnados de belleza.
Tiene que ver con la armonía, con la plenitud, con lo extraordinario de la creación, con la ternura de lo cotidiano.
Como dice el autor, la belleza es un camino infinito, lleno de paz.
Es el camino del asombro ante los detalles, y ante la perfección de los cuerpos, de los paisajes, de las estrellas, y el perfecto ensamblaje de tantas relaciones. Es el gozo por la profundidad de las emociones, y de los gestos que son plenamente humanos.
La belleza se parece mucho a la paz interior y a la mirada limpia sobre la realidad.
Lo más sencillo está impregnado de belleza: empezando por la respiración, la satisfacción que da cuando el aire, que nos da vida, se introduce segundo a segundo en nuestro interior. La alegría de abrir los ojos y ver, la luminosidad de cada color. La cercanía de los sonidos que nos inundan. Las sensaciones que podemos experimentar con nuestra piel.
Todo eso, básicamente, es belleza. Lo que pasa es que lo hacemos mecánicamente y no le damos importancia, pero quitémosle el automático y fijémonos amorosamente en cada respiración, tomemos conciencia de cada gesto, de cada parte de nuestro cuerpo-espíritu. Lo llamo así porque van totalmente unidos.
Si realzamos o subrayamos cada detalle, nos daremos cuenta de la importancia que tiene y de su contribución aparentemente insignificante, pero realmente trascendental, a nuestro sentirnos bien.
En las relaciones humanas, la belleza es la fraternidad, el buen hacer, la generosidad, la palabra de ánimo, la sonrisa y la reunión de amigos. Y no hay que olvidar los momentos malos, en los que somos ayudados de muchas maneras, también ahí descubrimos la belleza de la ayuda mutua, del acompañamiento.
Se mire donde se mire, ahí está la belleza, colmando el corazón del que la sabe ver.
Enhorabuena a los que disfrutan de ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Voy a ponerme las gafas de ver "belleza" pues sé que la belleza me rodea cada instante de mi vida, sólo tengo que aprender a verla.

Gracias mamá.

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