Me gusta sorprenderme por la vida y caminar hacia adelante sintiendo que todo me acompaña y me anima, que las personas, las cosas y los acontecimientos caminan conmigo, y sabiendo que en mi corazón se depositan las mismas dudas, idénticos interrogantes, que en todos los corazones humanos desde el principio de los tiempos. ¡Es un consuelo!
“Cada persona porta en sí, como vosotros, algo único, con la misma sed de conocer, vivir y amar”. (M. Zundel)
No soy un bicho aparte, soy un eslabón, uno más. No tengo tratamiento especial, a mi orilla acude el mismo amor que a todas las demás, el que se pasea por su propia tierra, por sus dominios. El que se derrama y deja su huella y su paz allá por donde pasa.
Mi humilde sendero es personal y, a la vez, universal. No es propiamente mío, sino de la vida que se multiplica, se repite, se desea a sí misma. Y no puede dejar de dar su fruto, con tiempo bueno o malo, con luz o con sombras, con fortuna o adversidades.
La creación está en proceso continuo, también yo. Y ésa es la energía en movimiento dentro de la que respiro, es la fuerza que me atrae y me mantiene, que siempre es nueva, y nunca se estanca, ni se deteriora.
El universo tiene una sabiduría infinita, en la que vivo, de la que me alimento y me aprovecho, en la que renazco en cada momento.
No hay méritos particulares, hay abundancia de dones, “big bang” divino, explosión de galaxias y de emociones.
Cada amanecer es el Amanecer, cada vida es la Vida, cada persona es la Persona. Cuanto más nos centramos en nuestros egoísmos y pequeñeces, más perdemos de vista el conjunto que le da el sentido a lo vivido, y no encontramos el equilibrio y nos sentimos solos, abandonados a nuestra suerte.
La Vida trabaja por y para nosotros, nunca es tarde para la confianza, para sentirnos parte de un todo armónico, para saborear la vida en profundidad y en gozo.
Es un lujo experimentar la fuerza que nos lleva a pasear por los caminos y buscar nuestro destino.
Es una dicha habitar conscientemente en la eternidad y sentir, y también gritar:
“Cada persona porta en sí, como vosotros, algo único, con la misma sed de conocer, vivir y amar”. (M. Zundel)
No soy un bicho aparte, soy un eslabón, uno más. No tengo tratamiento especial, a mi orilla acude el mismo amor que a todas las demás, el que se pasea por su propia tierra, por sus dominios. El que se derrama y deja su huella y su paz allá por donde pasa.
Mi humilde sendero es personal y, a la vez, universal. No es propiamente mío, sino de la vida que se multiplica, se repite, se desea a sí misma. Y no puede dejar de dar su fruto, con tiempo bueno o malo, con luz o con sombras, con fortuna o adversidades.
La creación está en proceso continuo, también yo. Y ésa es la energía en movimiento dentro de la que respiro, es la fuerza que me atrae y me mantiene, que siempre es nueva, y nunca se estanca, ni se deteriora.
El universo tiene una sabiduría infinita, en la que vivo, de la que me alimento y me aprovecho, en la que renazco en cada momento.
No hay méritos particulares, hay abundancia de dones, “big bang” divino, explosión de galaxias y de emociones.
Cada amanecer es el Amanecer, cada vida es la Vida, cada persona es la Persona. Cuanto más nos centramos en nuestros egoísmos y pequeñeces, más perdemos de vista el conjunto que le da el sentido a lo vivido, y no encontramos el equilibrio y nos sentimos solos, abandonados a nuestra suerte.
La Vida trabaja por y para nosotros, nunca es tarde para la confianza, para sentirnos parte de un todo armónico, para saborear la vida en profundidad y en gozo.
Es un lujo experimentar la fuerza que nos lleva a pasear por los caminos y buscar nuestro destino.
Es una dicha habitar conscientemente en la eternidad y sentir, y también gritar:
¡VIVO, Y SIEMPRE VIVIRÉ!
1 comentario:
Das fuerzas, hormiguita. Gracias.
Publicar un comentario