domingo, 1 de abril de 2012

La gravedad divina


“A pesar de la apariencia de disparidad, todos estamos vinculados unos a otros en un mismo diseño. Más allá de las barreras que parecen dividirnos, existe una gravedad divina que nos mantiene unidos. (Robert Kirschner).

Hay un centro de gravedad divino, que nos mantiene permanentemente en su órbita, porque nos ha parido, nos ha hecho seres humanos dentro de sí mismo.

Los grandes santos son los que han descubierto esa unión básica entre todos los seres, y resuena su voz a través de los siglos, gritándonos: “¡Somos Uno!”

Los que les escuchamos, no acabamos de entender eso, porque nos vemos como seres aislados, separados de todos los demás, no vemos la materia única que es nuestra esencia.

Nuestro imán divino nos atrae y nos aprieta por donde quiere, por donde nos conviene, a veces nos tensa para que luego encontremos la relajación, o nos da problemas que nos conducen por línea directa a su presencia.

Está comprobado que en las personas que viven las experiencias más extremas surge una experiencia de profundidad, que siempre sorprende. Brian Keenan, era un escritor irlandés que estaba de profesor en la Universidad en el Líbano, fue secuestrado y encerrado durante 5 años. Más tarde describiría el profundo vínculo que se creó entre quienes se encontraron arrojados juntos en aquella pesadilla: “Todos y cada uno de nosotros habíamos ido a dar, en aquel horrible abismo en el que habíamos sido arrojados, con el sentido de la vida. La experiencia de amor fue la escalera de mano por la que pudimos ascender.”

Bellísimas palabras. Increíble experiencia.

Infinitos son los caminos para nuestro nuevo nacimiento, tantos como personas. Inmensa es la sabiduría que sabe acondicionar nuestra estancia interior.

“La vida interior es la primera necesidad de nuestro corazón. En todo lo que hacemos, incluso en lo más común y normal, busquemos vivir desde el interior.” “Cuando somos libres, volvemos al centro, con la misma fuerza que una piedra echada al aire vuelve a la tierra que es su centro.” (Santa M. Sofía Barat)

La fuerza de gravedad divina funciona a la perfección. No intentemos forzar las cosas. Tan solo caminemos.

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