“La semilla de la perfección está presente en el interior de todos los seres. No obstante, se necesita compasión para activarla. (Dalai Lama)
Nuestra misión consiste en estar en conexión positiva con todos los seres humanos y con todo lo que ha sido creado.
Esto no quiere decir que vayamos contándole nuestras cosas a todos. Sencillamente es contactar con la bondad y la belleza que hay en todo y en todos. Es practicar la apertura de corazón, tener los brazos abiertos para cualquiera que lo necesita, no cerrarnos.
Preguntarnos en cada encuentro: ¿por qué me he cruzado con esta persona? ¿Por qué el destino nos ha unido durante un tiempo? No hay azar en las relaciones.
La única perfección es Dios. Esto nos recuerda aquello de alumbrar la parte divina de cada uno, para ello nos hace falta un corazón de padre y madre compasivos. Hay que tratar con máxima delicadeza a las personas y respetar profundamente su manera de ser, sean como sean. Si son altos o bajos, alegres o antipáticos, así son sostenidos en la vida y así son amados, y todos albergan en su interior algo que muchos no saben: un cielo, que creen que está muy lejos, detrás de las nubes. Ignoran que lo transportan con su misma persona, con su cambiante naturaleza, en su cuerpo torpe y marchito.
La Perfección es nuestro lugar. Cuando la vislumbramos en nuestro espacio interno, empezamos a ser capaces de verla también en todo lo que nos rodea.
Nuestro Ser es perfecto en todas sus manifestaciones, por encima de todas las “aparentes imperfecciones” existe y reina la Armonía. Nuestros sufrimientos, problemas y enfermedades, no nos tienen que tapar la Luz.
Se nos ha dado un corazón compasivo para utilizarlo, para abrir porciones de dicha que estaban dormidas en el interior de las personas, para activar la semilla de la perfección que se alberga en nuestro prójimo y en nosotros mismos.
Aquellos que carecen de compasión, están enfermos de desamor y no pueden acceder a su remanso interior.
Miremos nuestro corazón ilusionado y esperanzado y acerquémonos a los demás con una actitud abierta, flexible y compasiva, que nos lleve en todas las circunstancias a sentirnos hermanos universales.
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