miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tiempo para agradecer


“Sólo tengo tiempo para la eternidad” Thomas Merton.

Hay frases que me dejan temblando. Por su belleza, por su profundidad y asombrosa originalidad. Porque me identifico con ellas hasta tal límite, que me parece han sido escritas sólo pensando en mí, y han sido depositadas en mi camino como si fueran piedras luminosas.

Algunas frases me golpean y me abren mundos, me despiertan planetas que están dormidos, me enderezan galaxias a la deriva, me dejan los ojos asombrados, se endulza el aire que respiro: mi pesado corazón se mueve de su sitio. Estas palabras las escribía hace pocos años y las sigo sintiendo ahora.

Hay gente que ve la eternidad en cada momento de sus días. Son privilegiados.

No me puedo sentir excluida de esos privilegiados porque yo busco, sueño, anhelo, alabo, amo y me siento humana. ¿Qué más puedo desear?

A veces, cuando me ven muy atareada, me dicen: “Porque tú no tienes tiempo…” Siempre contesto: “Tengo tiempo para todo lo que quiero”. Todas las cosas que hago son las que quiero hacer y además las que me hacen feliz. Eso es una gran suerte y también una elección.

Si te interesa algo tienes que “mojarte”, poner en primer lugar de tus actividades lo que te hace sentirte bien y en armonía contigo mismo.

Y si lo que ocurre es que lo que haces no es lo que tú hubieras elegido, intenta “darle la vuelta a la tortilla”, y pensar que si estás en eso es por algo, y encontrarle la parte positiva y enriquecedora, que seguro la tiene.

Yo veo que algo me impulsa a caminar en un sentido, a relacionarme de una determinada manera, a escribir, a alabar, veo un encaje perfecto en todo lo que me sucede. ¿Es eso ver la eternidad? No lo sé, podría ser que sí.

Lo que sí es cierto es que no aspiro a más perfección que la que ya tengo y que no me guían otras señales más claras que las del agradecimiento. Eso seguro que significa algo. Aunque mis dedos toquen la oscuridad y mi sitio sea la ignorancia, a mí no me importa porque yo siempre tengo muchísimas ganas de dar gracias. Y ésa es mi luz.

Por eso voy a cambiar la frase del principio, y voy a hacerla mía diciendo: Sólo tengo tiempo para ser agradecida.

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