La actitud básica sobre la que se asienta nuestro ser infinito es la creencia. No se puede ir a medias en este terreno. No se puede decir “ya veremos”, “quizá” o “no sé si hay alguien que me está escuchando”.
Confiar “a muerte”, dejarnos la piel en nuestros asuntos, sabiendo que la fuerza nuestra es prestada y que somos hormiguitas haciendo su recorrido mínimo e insignificante en esta creación maravillosa. Y sabiendo que el tiempo vuela.
Dice el evangelista Marcos: “Todo lo que pidáis en oración, creed que ya lo habéis conseguido y lo recibiréis.”
Parece exagerado lo que nos dicen. Sobre todo cuando leemos en el mismo párrafo aquello de que si le dices con convicción a un monte que se arroje al mar, lo hará.
Se nos pide fe completa, no medianía. Se nos dice que con eso lo conseguiremos todo. Probemos.
Elijamos la solución de la confianza en cualquier circunstancia, tengamos la frase grabada a fuego en nuestro corazón: todo-va-a-ir-bien. Y aunque no la digamos en voz alta porque nos tomarían por locos, repitámosla con fuerza y con absoluta convicción en nuestro interior, y veremos cómo la montaña de nuestros problemas se va desmoronando al incluir nuestra visión positiva y tranquilizadora. Y veremos cómo realmente todo va bien, aunque no en el tiempo y de la manera que nosotros quisiéramos, porque eso no lo elegimos nosotros.
Es cierto que con nuestra actitud catastrofista alimentamos la catástrofe. Y con nuestra visión histérica no contribuimos a que se arreglen las cosas, más bien al contrario. Pensemos siempre en positivo, pensemos que ya hemos conseguido esa confianza, y ya estaremos en camino de obtenerla.
Sintámonos totalmente arropados, favorecidos, acompañados, somos hijos predilectos, porque precisamente tenemos la capacidad de sentirnos hijos, sólo a nosotros se nos da ese regalo.
La confianza abre puertas de confianza en otros corazones, canaliza energías curativas que estaban dormidas, trae sensaciones nuevas y aires alegres. Y además es contagiosa, es atractiva, es rompedora y eficaz. En la persona que confía, podemos confiar.
Es poco lo que podemos aportar de original y personal en nuestro día a día, hay demasiados condicionamientos; si introducimos la cuña de transmitir confianza, habremos puesto el mayor tesoro al servicio de los que nos rodean, y nosotros mismos seremos los más beneficiados.
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