domingo, 6 de noviembre de 2011

Abundancia de palabras


La abundancia de palabras y la ignorancia predominan en la mayor parte de los hombres; si quieres sobresalir de la mayoría inútil, cultiva tu conocimiento y envuélvete en nubes de silencio. (Cleóbulo).

Realmente hablamos demasiado, de las cosas que entendemos y de las que no, de personas conocidas y desconocidas, de todos los temas pretendemos tener opinión autorizada.

Estamos siempre interesados en hacer ver nuestro punto de vista, como si fuese nuestra única firma y sello en el universo: ahí quedan nuestras palabras, que todo el mundo nos escuche y nos valore. Pero nuestro hablar es muchas veces un cacareo, no precisamente en positivo, porque a veces nos dedicamos a despellejar al que se nos cruza en el camino, a menospreciar lo que hacen los demás.

Por eso mejor callar, envolverse en nubes de silencio, refugiarse en el remanso interior. Y si abrimos la boca que sea para construir.

Si se aplicase esto a rajatabla, se instalaría un silencio impresionante en un mundo donde reina y predomina la palabrería, el hablar por hablar.

Si no tienes algo amable que decir, cállate. Esto sería muy efectivo, porque significaría propagar sólo las buenas noticias.

La construcción de nuestro mundo interior es apasionante, necesitamos nuestras fuerzas intactas, nuestra ilusión íntegra, no podemos desperdiciar tiempo en cosas que no nos ayudan, ni nos aportan sabiduría básica y solidaria.

Cultiva tu conocimiento. Siempre podemos ampliar nuestra formación mediante libros, charlas, videos, estudios. También con la reflexión atenta, la observación amorosa de cuanto nos sucede. ¿De verdad nos interesa este tema? Pues aprendamos, formémonos, preguntemos.

Nos conviene una cura de humildad para situarnos en nuestra propia piel como el lugar en el que habitamos, que es extraordinario, pero del que no somos los poseedores, no nos pertenecemos.

Cuando tú naces a la vida, hay alguien que te ha llamado; cuando tú inicias el camino de la trascendencia hay alguien que ha madrugado más que tú y que te está sujetando firme y amorosamente, y que te pone postes indicadores en cada esquina. Y si pensamos que descubrimos solos el nuevo mundo, es que estamos completamente ciegos a su presencia.

Que nuestros silencios sean los lugares reparadores donde descansamos de nuestra tensión por pretender ser más, tener más, hacer más. Y que de nuestro corazón salgan sólo palabras de alabanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dices: "Si no tienes algo amable que decir, cállate". Una gran enseñanza que me recuerda a la de San Juan de la Cruz: "Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor".

TE QUIERO MAMÁ.

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