miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hay un hilo


Cuando volvemos la vista atrás y vemos lo que nos ha sucedido a lo largo de la vida, vemos que hay un hilo conductor, un hilo sabio que nos lleva y nos trae sin nosotros enterarnos.

No sabemos lo que nos conviene, ignoramos lo que sucederá a continuación. No tenemos ni idea de lo que significa cada circunstancia, cada cruce, cada encuentro, cada tristeza, cada oportunidad.

Cómo cambiaría nuestra perspectiva si pudiéramos vivir nuestra vida sabiendo que somos en todo momento bien conducidos, que estamos siempre correctamente orientados.

Hay muchas veces en las que nos sentimos decepcionados, desilusionados. En las que lo vemos todo enmarañado, liado, sin salida, sin ilusión, se nos hunde el mundo en cada adversidad.

Si en cada momento triste nos hundimos, no podemos ver que ese momento está dentro de una continuidad, y que ese asunto desdichado engarza perfectamente con la alegría que viene después y el resultado es nuestro enriquecimiento como personas. Todos nuestros pasos son necesarios.

Por eso, experimentemos tanto los malos como los buenos momentos como pasajeros, y pongamos nuestra mirada en quien sostiene el extremo del hilo de nuestra vida. Hagámonos firmes en nuestra confianza, y dejemos todos nuestros altibajos en sus manos.

Eso sí, no echemos más leña al fuego. Si se trata de arreglar las cosas, eliminemos la cizaña. Si la solución es confiar, no sembremos desconfianza; si todo pasa por tener un corazón bondadoso, cultivemos la bondad; si la serenidad es fundamental, no nos pongamos histéricos. Es fundamental amar, en cualquier circunstancia, porque el amor cura.

Las soluciones pasan siempre a través de los corazones sanos, limpios, puros, pasan a través de nuestras manos, de nuestra mirada. Cada uno que cuide su territorio. Porque la vida nos va a utilizar a nosotros mismos, somos sus peones, para arreglar los entuertos y poner paz. Estemos preparados y sonriamos aún en las adversidades porque nuestra victoria está asegurada.

Todos, absolutamente todos, servimos para esa faena, porque hemos venido a trabajar para la vida.

Y cuando el sentido, el hilo conductor de todo lo que nos sucede lo descubramos en la madurez de nuestros años, sintámonos afortunados y comuniquémoslo al universo entero.

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