domingo, 30 de enero de 2011

La confianza


Confiar es vivir en positivo, aflojar tensiones, tener seguridad de que somos respaldados, amados. No preocuparse sino ocuparse.

Si se confía, se sufre menos. Todo el tiempo que confiamos no estamos temerosos, resentidos, agrios, susceptibles, tensos.

Y como somos espejos transparentes, si damos confianza, recibimos también confianza.

Si confías en las personas te responderán con la misma moneda.

Todos llevamos en la cara grabado un grito de: “¡Auxilio!, estoy intentando ser persona humana, no me lo impidas con tu desconfianza.”

Aunque los demás no reaccionen como nosotros lo hubiéramos hecho, ni actúen como nosotros, démosles la oportunidad de existir, no les ataquemos con la burla, la crítica o la indiferencia.

La más básica y elemental de las habilidades para desenvolvernos en este mundo es la confianza.

Cuando confiamos, pierde peso nuestro ego inflado, que a veces nos dificulta relacionarnos con comodidad, y somos capaces de reconocer en el hombre al hermano, que pasa por las mismas dificultades que nosotros, por los mismos interrogantes, idénticos miedos.


Unos turistas querían recoger unas florecillas en un precipicio, le dijeron a un niño que pasaba por allí que le sujetarían fuertemente con cuerdas y que él las cogiese. El niño no confiaba, pero después de mucho insistirle, dijo: “sólo lo haré si el que sujeta la cuerda es mi padre.” De él se fiaba totalmente.


Nuestro Padre divino nos sujeta con la cuerda del amor y no nos suelta. Si confiamos, reconocemos esos lazos, aún sin comprenderlos del todo.

Si nos diéramos cuenta, aunque remotamente, que nuestra cuerda-vida sólo está en manos de Dios, si se nos quitase el velo que cubre los ojos, aprenderíamos a confiar plenamente, sin resquicios, sin sombras.

A confiar en la vida, en nuestros hermanos y en nosotros mismos. Porque la confianza es como una marea, que cuando toma fuerza baña todo cuanto toca.

1 comentario:

Unknown dijo...

No recuerdo ahora quién decía aquello de "No temas... confía"
Bueno, seguro que la próxima vez que te visite me acuerdo; o no (
¿Ya sabes de mi mala memoria para los nombres?)

Dos besos
al + mc

El tablero de la vida

  En lo más cotidiano jugamos nuestra partida, nos alegramos y nos cansamos, planeamos y nos desanimamos, hacemos nuestras jugadas más brill...